Fushiguro tiene un semblante serio y desinteresado la mayor parte del tiempo, el mostrar sus sentimientos son casi nulas pero no significa que no las tenga, a comparación con personas frías él no llegaba a ese punto, sí le importaban algunas cosas.
Sus emociones eran un tanto confusas hasta para él mismo que no las llegaba a entender pero le gustaba.
Había quedado enganchado a los orbes de tonalidad miel y avellana que desafiaban con la mirada, la cabellera castaña que se movía rítmicamente hacía donde volteara; manos pequeñas elegantes y suaves a pesar de ciertas rayas cicatrizadas en sus finos dedos debido a cortes en batalla o por los clavos que agarraba. Su carácter agresivo en las peleas con suma confianza, internamente eso lo consideraba como algo seductor que de tan solo si quiera pensarlo, sus pómulos tomaban una matiz carmesí acompañado de un inmenso ardor.
No se consideraba a sí mismo en ser reservado para demostrar afecto a su novia, no obstante si le llegaba a dificultar sobrepasarse de su línea imaginaria de pensamientos apasianados sin sonar como pervertido. Le atraía el cuerpo de Nobara, jamás le ha importado el físico, a pesar de ello había quedado embellezado con todo lo que tenga que ver con ella. Estaba más que encantado, pero no tomaba la iniciativa de ir más allá que abrazos o prolongados besos, tal vez había tocado un poco más de lo pensaba y aún sentía que se sobrepasaba un poco.
Caso contrario al de su enamorada que no se frenaba en dar cualquier toque que se le antoje –y que aprobaba– sin ningún inconveniente. A veces se reía del color que reinaba en sus mejillas luego de algunos hechos que ella le hacía y este no sabía ni a dónde mirar; le parecía adorable su actuar.
También había ocasiones en que después de que cierta castaña haya hecho acto de avance y ya dicho el hechicero de los shikigamis haya accedido –previamente pasado la timidez– aceptaba sus instintos y le apetecía continuar con lo que ella había iniciado.
Y aún después de lo sucedido, cuando recordaba lo anterior que habían hecho, no dejaba de sentirse un tanto vergonzoso cómo sí fuera apenas un puberto con hormonas alteradas, aunque trataba de ocultarlo y sonar como siempre cuando Kugisaki se le acercaba nuevamente.
Podía mantener todo ello al margen y sólo para ellos, pero no con los demás y especialmente a Gojo.
—Esto se ve mal... —sus ojos seguían el rastro de pequeñas (pero abundantes) manchas amorateadas en su piel; en particular las zonas de su garganta, ambas clavículas, otros por encima de sus hombros y bajando hasta uno de sus bíceps, continuando por su pecho hasta llegar a su abdomen —¡Ugh! —gruñó tras ubicar sus dedos en el camino de hematomas que se exponían siguiendo el rastro con el espejo en frente, leves molestias que desprendían una chispa hirritante al ser tocadas.
Gruñó, se le había pasado la mano.
Su acompañante hizo presencia al mostrarse en el reflejo, sin molestia alguna del semblante huraño que la veía en la imagen del espejo; hasta podría decir que sus labios intentaban no curvearse para dar a conocer una sonrisa maliciosa.
—¿Qué? —preguntó fingiendo demencia.
Volteó y caminó hacia ella.
—Esto. —Señaló con la punta de su dedo índice el trayecto de manchas amoratadas en su piel.
—Sí, creo que me emocioné demás. —lo atrajo hacia ella, con sus manos descansando en sus hombros.
—Mmh... —desconectó la mirada ladina que le estaba lanzando, sabía a dónde llevaría esto.
—Pero no parecías molesto antes, no quisiste detenerme. —Ronroneó ocultando su rostro por debajo de su mandíbula, depositando otro beso por encima de las otras marcas que le había dejado en el cuello.

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CORRECTOR
FanficNada que un poco de maquillaje no pueda resolver. -Con esto no se notará ninguna marca. -Eso espero. ... ~FushiKugi o FushiNoba. ~Esta obra también está publicada en mi cuenta de AO3.