Capitulo II

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Un año después de la muerte de Nico, Leo seguía viviendo con los gitanos, que lo habían acogido como uno más de su familia. Aunque había encontrado algo de consuelo y amistad entre ellos, no podía olvidar a su amado, y seguía bailando en el campo con su vestido blanco, esperando algún milagro.

Un día, mientras viajaban por una nueva ciudad, Leo vio un cartel que anunciaba una gran feria. Entre las atracciones, había una que le llamó la atención: "El circo de las maravillas". Según el cartel, era un espectáculo único, lleno de magia y misterio, donde se podían ver cosas increíbles y fantásticas.

Leo sintió curiosidad, y le pidió a los gitanos que lo llevaran a ver el circo. Ellos accedieron, y juntos se dirigieron al lugar donde se celebraba la feria. Allí, compraron sus entradas, y entraron al circo.

El circo era enorme, y estaba lleno de gente. Había carpas de todos los colores, y se podían escuchar risas, gritos y aplausos. Leo se maravilló con todo lo que veía: acróbatas, malabaristas, payasos, trapecistas, domadores, y muchas otras cosas. Pero lo que más le impresionó fue el número final: el mago.

El mago era un hombre joven, de cabello negro y ojos azules. Vestía una capa negra con estrellas doradas, y llevaba un sombrero de copa y una varita. Se presentó como "El gran Zoltar", y dijo que tenía el poder de hacer realidad los deseos de la gente. Para demostrarlo, pidió voluntarios entre el público, y les hizo preguntas sobre sus sueños.

Leo observó con asombro cómo el mago cumplía los deseos de los voluntarios, con solo un movimiento de su varita. Les hacía aparecer flores, joyas, dinero, animales, y otras cosas. Todos quedaban encantados con el mago, y le aplaudían con entusiasmo.

Leo sintió un nudo en la garganta, y una idea en la cabeza. ¿Y si el mago pudiera cumplir su deseo? ¿Y si pudiera traer de vuelta a Nico? ¿No valía la pena intentarlo?

Sin pensarlo más, Leo se levantó de su asiento, y levantó la mano. El mago lo vio, y le hizo una seña para que subiera al escenario. Leo obedeció, y se acercó al mago.

- Hola, amigo. ¿Cómo te llamas? - le preguntó el mago con una sonrisa.

- Me llamo Leo - respondió Leo con timidez.

- Un placer, Leo. Dime, ¿qué deseas? - le preguntó el mago.

Leo respiró hondo, y miró al mago a los ojos.

- Quiero que me devuelvas a mi amor - dijo Leo con voz firme.

El mago frunció el ceño, y se quedó en silencio. El público también se quedó en silencio, y miró a Leo con curiosidad.

- ¿A tu amor? - repitió el mago - ¿Qué quieres decir?

- Quiero que me devuelvas a Nico - dijo Leo - El chico que amaba, y que murió hace un año.

El mago abrió los ojos, y soltó una carcajada.

- ¿Estás bromeando? - dijo el mago - ¿Quieres que te devuelva a un muerto? Eso es imposible, amigo. Ni siquiera yo puedo hacer eso.

- Por favor - suplicó Leo - Por favor, hazlo. Te lo ruego. Él era todo para mí. Sin él, no puedo vivir.

El mago negó con la cabeza, y se burló de Leo.

- Lo siento, amigo, pero eso no es un deseo, es una locura. No puedes pedirme algo así. Es contra las leyes de la naturaleza. Además, ¿qué te hace pensar que él te querría de vuelta? Tal vez él ya está en un lugar mejor, y no quiere volver a este mundo cruel.

- No digas eso - dijo Leo, enfadado - No sabes nada de él. Él me amaba, y yo a él. Éramos felices juntos. Él me lo juró. Y yo también.

- ¿Ah, sí? - dijo el mago, sarcástico - ¿Y cómo lo sabes? ¿Tienes alguna prueba de su amor?

El sueño de un amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora