> Capitulo 45.

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Gun se sintió sofocado, el espacio entre la pared fría del palacete y el pecho de la persona era muy reducido. Una mano se mantuvo sobre su boca, una mano caliente. Aterrorizado por el olor característico de un alfa decidió mantener su mirada en los botones negros de la camisa del hombre que lo había acorralado.

—¿Quien está ahí?—las voces en eco de los otros alfas le hicieron dar cuenta en la situación en donde estaba. Los pasos de los otros hombres se acercaron más hacia donde estaban.

Sıçmak[Mierda]—el hombre arriba suyo susurro con un tono irritado. Después de un momento más, cuando la presencia de los guardaespaldas y su castigo por estar fuera de las alas de los hatuns  ya se estaba volviendo en una realidad próxima, el alfa que lo sostenía decidió asomar una parte de su cuerpo, manteniendo aún una mano sobre sus labios. Lo cual era algo sarcástico, ningun sonido saldría de la boca de Gun.

—¡Ah! Jun—murmura uno de los guardaespaldas con un tono calmado. El cuerpo de Gun se tensa aún más, ¿Jun? ¿Jun Mikaol? Ese era el nombre del francotirador más temerario de la Roja. Uno de los hombres de mayor rango entre los hombres de los Jiratchapong. Gun no había oído más que horrores de ese hombre.

Batı kulelerini koruyor olmalılardice el platinado con tono neutro.

Arkamızı dönecektik ama bir şey duyduk.

Los hombres empezaron a hablar en turco, un idioma que desgraciadamente no estaba entre los tres que sabía Gun.

Con temblor en la parte de su cuello, alza la cabeza temeroso. El perfil marcado del hombre blanco era atractivo, y sus movimientos eran tranquilos, casi tanto como para venir por parte de un alfa.

Las voces de la conversación entre los alfas se fueron apagando poco a poco. Gun se dio cuenta de la ausencia de los otros dos hombres hasta que los ojos cristalinos del alfa se dirigieron hacia él. Gun había conocido los horrores de la vida en jerarquía a la que estaban destinados, sabía cómo era estar bajo la yugular de las miradas tajeantes y crueles de las personas, principalmente de los alfas.

Pero estos ojos eran amables, las palabras filosas de las crueles acciones de Jun Mikaol iban dejando de tener sentido cuando una sonrisa amable se extendió en el rostro del alfa. Hace mucho que el omega no recibía una sonrisa sincera.

—¿Qué hace uno de los hatus recorriendo estos pasillos?—la voz ronca del hombre trajo a Gun a la realidad, no tenia que olvidar en qué situación estaba. Era uno de los bajá de la Roja, no debía confiarse.

Gun hizo movimientos con sus manos, intentando explicarle con sus expresiones que estaba ahí por que se perdió. Jun frunció su ceño.

—¿Ah?¿No hablas? —Jun confundió su mutismo con nerviosismo y miedo—No te preocupes, no te hare nada.

Sus feromonas respondieron inmediatamente a la imagen de un omega asustado.

Gun seguía haciendo señales con sus manos, intentando explicarle que no era como pensaba. Sintió su lobo en un estado confundido cuando el olor a canela lo empezó a rodear. Hacia mucho que no había estado expuesto a feromonas de un alfa; en Italia, su hermana y él tenían prohibido tener uno cerca, todos sus guardias y acompañantes eran betas u omegas. Serian castigados si no fuera de esa forma.

El hombre de cabellos dorados detuvo los aspavientos cuando la confusión le rodeó. Los alfas no eran amables, ellos solo tocaban y destruían.

Sus ojos azules observaron a Jun confundido. Haciendo que un tinte rosa se extendiera por el rostro del alfa ante la pesadez de los ojos azules sobre él.

 Mafia Roja || ForceBook Donde viven las historias. Descúbrelo ahora