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El corazón de Haerin estaba acelerado. No podía controlarlo desde que miró a esa chica el día anterior. Tenía que decirlo, quería gritarlo. Esa chica no salía de su cabeza desde abril y, ahora, ocupaba cada rincón de su corazón. No podía pensar en contra cosa que ella, aunque la pizarra que estaba al frente suyo estaba lleno de dibujos y ecuaciones de física ¿A quién le importaba Newton en ese momento? Ella solo quería ver de nuevo a esa chica. 

—Me gusta alguien—confesó en un susurro apenas audible.

Hyein, su mejor amiga, captó el susurro y asintió con la cabeza mientras continuaba concentrada en sus apuntes. Dibujó con mucho esfuerzo la explicación de la fuerza inicial que contaba de una criatura tierna empujando un cubo. Le hizo una carita feliz y antes de sonreír por lo bien que le quedó, soltó el lápiz, miró a Haerin  y abrió la boca del asombro ¿¡Que había dicho!? 

Haerin, por su parte, finalizó de anotar la fórmula con una sonrisa y con las mejillas sonrojadas. Sus pies se balanceaban bajo la mesa. No expresaba nada más que felicidad. Se sentia tan bien estar enamorada. Al terminar miró a Hyein. 

—¿Soy yo?—preguntó Hyein—Por ahora no es mutuo, pero por ti, me obligo que sea mutuo—dijo poniendo su mano en el pecho. 

—Si fueras tú no te lo diría así. 

—Bueno, es que con lo rara que eres...

Ambas volvieron a escribir lo de la pizarra cuando el profesor les llamó la atención por no mirar hacia adelante. No entendían nada de lo que decía el profesor y era lo mínimo que podían hacer para que no le retaran.

—Es alguien mayor—susurró. 

—¿¡La profesora de historia!?—exclamó en un susurro. 

—No te pases. Es de un curso mayor.

—¿Y como se conocieron? 

Haerin dejó de anotar y lentamente acomodó su cabeza sobre la mesa. Sus ojos se pusieron llorosos y sintió como su pecho se apretaba. Hyein se puso en su misma posición y le acarició el cabello. Una de las características que más destacaban de Haerin era que sentía mucho. Sus emociones eran casi exageradas. Aunque era hermoso y contagioso verla feliz, la tristeza la ponía tan vulnerable que el profesor ni siquiera se animó en llamarle la atención. La tristeza era dolorosa, sabia que para Haerin todo su mundo se derrumbaba y no sentía nada más que dolor. 

¿Era lo mismo con el amor? Era la primera vez que Haerin confesaba tener sentimientos románticos. Puso su mano en la mejilla de Haerin. Era su mejor amiga y sabía que su forma de amar era hermoso. Es por eso que no dejaría ir la oportunidad de amar. 

Ya que no había algo más lindo que amar. 

—¿Quién es? 

—No sé ni como se llama. 

—¿Y como te enamoraste de ella?—Haerin sonrió por la pregunta. 

Era algo difícil de responder. Para Haerin, la pregunta de cómo empezó todo era todo un misterio. No pudo evitarlo y se enamoró de ella ¿Cómo se comenzó a fijar en ella? Esa era una pregunta que sí podía responder. Fue en el paradero del autobús, muy lejos del colegio. Mientras escuchaba música y leía un libro, alzó la mirada y miró a la única chica que usaba el mismo uniforme que ella. Estaba seria con la mano estirada, pero su imagen no mostraba seriedad. Su peinado de Pucca, su cara con estrellas de colores dibujadas, su cono de cumpleaños sobre su cabeza, su mochila con forma de conejo y sus lentes oscuros. No pudo evitar sonreír al verla. En ese instante, su primer pensamiento fue claro: quería ser amiga de esa chica. 

Cuando el autobús finalmente se detuvo, la misteriosa compañera de uniforme le dirigió una mirada y le hizo un gesto amistoso para que se uniera a ella. Haerin no dudó ni un segundo, ni siquiera se tomó el tiempo de comprobar si aquel era el autobús que la llevaría a casa. Al entrar perdió a la chica de vista y sin dejar de buscarla se sujetó en el fierro para no caerse. Era la primera vez que la notaba y cuando se dio cuenta de que si era el bus que la llevaba a su hogar, supo que no era la primera vez que ella la notaba. 

Desde ese día no dejó de buscarla. Llegaba en el paradero y no leía por estar esperando que llegara. Siempre llegaba después de ella, por lo que supuso que tomaba el camino largo al paradero. Tal vez para dejar a una amiga o para mirar alguna planta. No sabía que pensar de ella y por eso solo pensaba cosas lindas ¿Cómo no hacerlo? Con su peinado a lo Pucca, su mochila en forma de conejo y la gracia con la que movía ligeramente su cuerpo al ritmo de la música que escuchaba en sus auriculares. Era alguien con quien solo se puede pensar cosas lindas. 

En el colegio también la buscaba. Mientras Hyein le hablaba de cualquier estupidez que vio en internet, ella tenía la mirada inquieta, buscando la mochila de conejo. Nunca la encontró en la mañana, ni siquiera en la salida. Llegó a pensar que había otro colegio con el mismo uniforme, por eso dejó de buscarla. 

—Creo que de tanto mirarla—respondió con el corazón acelerado. En solo recordarla se sentía en las nubes. 

Un día salió del salón, miró a ambos lados, ya que se le había olvidado porque había salido. Frunció el ceño y cuando recordó que era para comprar algo para comer, se encontró a la chica salir corriendo de la mano con una amiga. Era del salón del último año. Luego de verla por 5 meses en el autobús, sabía algo más de ella. 

Que en cuatro meses se iba del colegio para ir a la universidad. 

—No sé qué hacer—ocultó su cara entre sus brazos y movió con desesperación sus piernas.

—Pues, hablarle—Haerin miró a su amiga. Para ella era todo tan fácil—Yo le hablo—sus ojos se iluminaron con emoción—dime cómo es—añadió, pasando la página de su cuaderno para comenzar a anotar todas las características.

—Se suele peinar con dos moñitos, su mochila-

—Es Danielle—ni siquiera anotó.

Haerin se enderezó, sorprendida.

—¿La conoces? 

—Conozco a todo el colegio y todos conocen a Danielle—le agarró las manos a su amiga y se miraron cara a cara. Ambas emocionadas—Es por eso que esto será fácil. Es el tipo de persona le saludas y te comienza a hacer una conversación de cualquier cosa. 

—¿Qué otra cosa sabes de ella? 

—No mucho, he hablado con ella en el pasillo cuando llegamos tarde. Ella siempre llega tarde. 

—Entonces son amigas. 

—Se podría decir que sí. 

—Entonces puedo ser su amiga. 

—Lo más probable—Haerin la abrazó con fuerza—Siempre quise ser de cupido—susurró con orgullo. 

Heart Shaker [Daerin]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora