—¡Cuidado!.
Un pequeño destello de luz color morado, comenzó a rebotar por las distintas paredes y objetos de la habitación.
Inmediatamente mi mejor amigo y yo nos acostamos en el suelo cubriendo nuestras cabezas con nuestras manos mientras esperabamos que el destello no nos diera a nosotros.
—¿Qué mierda hacemos Arya?.
—No tengo idea.
Más que estar solo hablando, nuestras voces se escuchaban asustadas y desesperadas provocando que estuvieramos casi que gritando.
El sonido de una voz masculina acompañada del sonido de la puerta al abrirse se robó toda nuestra atención haciendo que voltearamos al mismo tiempo a ver la puerta de la habitación.
—Chicos, ¿Todo bie...—el destello le impactó justo en el pecho del padre de mi amigo, provocando que cayera hacia atrás.
—Mierda papá, ¿Estás bien?—nos levantamos rápidamente y nos dirigimos hacia la puerta para ayudarlo a levantarse.
—Estoy bien chicos—nos miró y su expresión cambió repentinamente a una de miedo absoluto—¿Qué hechizo era ese?¿No me falta nada?¿Sigo igual de guapo?—comenzó a tocarse el cuerpo y la cara frenéticamente.
—Está bien señor, era un hechizo nivel 2 que practicábamos, todo está bien—intenté calmar al padre de mi amigo y pareció funcionar.
—Si papá, quizás ni siquiera funcionó, te ves igual que siempre—mi amigo le dedicó una sonrisa de confianza y muy notablemente su padre dejó de estar tenso.
—Menos mal, Ary tu padre te está esperando abajo, vino a recogerte.
—Gracias señor Miller, en un segundo bajo.
En cuanto se dió la vuelta para marcharse Lucas y yo hicimos mucho esfuerzo para no soltar una carcajada, pasa que el hechizo si había hecho efecto, pero no para mal, simplemente le habíamos agregado una linda cola de gato al señor Miller.
—Tienes que arreglar eso—dije mientras levantaba mi mochila.
—Lo dejaré así un rato, se ve bien.
Lucas me acompañó hasta la puerta en dónde encontramos a mi padre, después de que él y Lucas tuvieran una pequeña charla me despedí de mi amigo y nos fuimos.
La relación con mi padre siempre fue buena, me dedicaba todo su tiempo libre y por lo general se preocupaba por todo lo que tuviera que ver conmigo.
—¿Como te fue en clase cariño?—preguntó sin dejar de ver el camino.
—Estuvo bastante bien—acomodé mi mochila en mis piernas—aún no puedo aprender el hechizo de control.
—Ese hechizo es muy importante, me sorprende que no lo hayas aprendido aún.
No supe si ofenderme o tomarmelo a la ligera, así que mejor pregunté—¿Por qué te sorprende?.
—Quiero decir, el hechizo que convierte el agua en alcohol lo aprendiste en dos días.
A.
El viaje a casa transcurrió con normalidad y nos detuvimos en mi restaurante favorito para comprar algo para cenar.
Estar con mi padre me hacía sentir bien, estar con él venía acompañado de una sensación cálida la cual e muy pocas veces sucede a lo largo de tu vida.
Mi padre y yo cenamos y conversamos hasta tarde, mi padre tenía historias para contar incansablemente, hasta la fecha, jamás he sabido de alguna historia que me haya contado dos veces.