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Felix despertó. Suspiró y se levantó de su cama. Se acercó al calendario que tenía colgado en la pared y se paró a mirar el día que estaba rodeado con bolígrafo rojo. El día en el que todo terminaría.

Hoy.

(...)

Se miró en el espejo. Quiso apartar la mirada al segundo, no quería ver ese cuerpo casi esquelético por no comer, esos círculos oscuros alrededor de sus ojos por no dormir y esos brazos llenos de cortes.

Empezó a subir las escaleras hacia su azotea, a paso lento. Su vista se nublaba a paso que subía y tuvo que pararse varias veces.

Al llegar, miró hacia todos lados. No había nadie por la calle, aún era muy temprano. Se subió al escalón y observó el suelo que quedaba tan lejos pero a la vez tan cerca.

No tenía nada que perder. No tenía familia, no tenía amigos, no tenía pareja. No se tenía a sí mismo.

Pero no todo fue siempre así. Hubo un momento en su vida en el que sí fue feliz. En el que sí comía, si dormía, si reía. Si quería vivir.

No fue hasta hace unos años en el que la vida de Felix iba a cambiar por completo.

La primera aparición de aquel chico fue una noche en la que estaba solo en el bosque. Le gustaba observar la naturaleza y siempre iba allí cada vez que podía. Aquella noche divisó a lo lejos un joven de pelo rubio y alto, parado mirándole. De alguna manera brillaba, como si no fuera de aquel mundo.

Desde aquel día, Felix no paró de encontrarlo. No se hablaban, el chico sólo se quedaba a lo lejos observándole. Había veces en las que Felix corría hacia él, queriendo preguntarle muchas cosas, pero por más que avanzaba, el chico se veía aún más lejano.

Su vida comenzó a desmoronarse, perdió a su familia en un accidente de coche y a sus amigos después de contarles sus visiones de aquel chico.

-Estás loco, Felix.- decían.

-Os juro que no son alucinaciones. Sé que existe de verdad. Creo que puede ser un ángel o algo así. - decía él.

Sus amigos le tacharon de loco, diciéndole que necesitaba terapia y haciendo bromas sobre el asunto. No tardaron mucho en dejarle de hablar.

Felix comenzó a empeorar.

Y allí estaba, sobre el escalón que decidiría si vivía o moría. Llevaba un tiempo deseando ese momento, pero por alguna razón, se sentía diferente.

Entonces lo vio.

Se giró y vio al chico, brillando de manera inhumana. Felix realmente pensaba que era un ángel, o al menos así parecía.

Felix se quedó parado, mirando al rubio. Pensó que iba a hacer algo, como preguntarle por qué estaba allí o decirle su nombre. Algo. Lo que fuese.

Pero no lo hizo.

Felix suspiró.- Adiós.- le dijo.

Por primera vez, aquel ángel cambió su rostro. Siempre fue inexpresivo, tenía una cara seria todo el tiempo. En aquel momento, su expresión fue una de duda.

Felix también se asombró. El chico ladeó la cabeza a un lado y miró con rostro interrogativo a Felix.

-¿Qué eres?- se atrevió a preguntar.

Se quedó callado y volvió a su rostro inexpresivo. Felix rodó los ojos y se giró, mirando el suelo. Ya tendría que estar muerto.

Sin pensarlo, cerró los ojos y dio un paso adelante, al vacío. Sintió cómo su cuerpo perdía el equilibrio y comenzaba a caer.

-Mi nombre es Hyunjin.- escuchó.

Felix abrió los ojos. Su corazón empezó a latir rápido, y miles de pensamientos llenaron su cabeza. Quiso parar el tiempo, quiso volver a la azotea a hablar con Hyunjin, preguntarle tantas cosas...

Por primera vez en tanto tiempo, se sintió vivo. Por primera vez en tanto tiempo, quiso seguir viviendo, aunque fuera un poco más.

Aunque ya era demasiado tarde.

Felix notó el duro suelo chocar con todo su cuerpo, y lo último que pudo ver fue un destello que se asomaba por la azotea.

ANGEL || hyunlixDonde viven las historias. Descúbrelo ahora