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Con el tiempo, la conexión entre Sakura y Rengoku fue creciendo en silencio, como una pequeña semilla que brotaba lentamente en el corazón de ambos. Cada vez que se encontraban, compartían conversaciones profundas y momentos de complicidad que fortalecían cada vez más su vínculo.
Ambos continuaron con sus labores como cazadores de demonios y conocieron a nuevas personas que se convirtieron en sus compañeros. Entre ellos estaba Kanroji Mitsuri, una alegre joven que tenía una fuerza sobre – humana y que tenía una gran destreza, la cual a veces flaqueaba debido a la angustia que de vez en cuando la invadía.
—¡Vamos, tú puedes seguir! —exclamó Rengoku, mientras practicaba con Mitsuri—. Esos ataques no serán debilidad para los demonios. ¡Golpea más fuerte!
—¡Rengoku, no puedo continuar con el estómago vacío! —exclamó Kanroji, mientras esquivaba los golpes del joven cazador—. ¡Tengo demasiada hambre!
—¡Hemos almorzado hace poco! ¡Todavía nos quedan mil prácticas!
Aunque Rengoku planeaba continuar con la práctica, se detuvo cuando ha oído como Sakura les decía que tomaran un pequeño descanso para que comieran los onigiris que ella y Senjuro habían preparado. Los cuatro se acomodaron en el patio para disfrutar mejor la comida. Kanroji fue la primera en saborear la preparación, y Rengoku al verla comiendo tan entusiasmada, no tardó en sostener uno y llevarlo a su boca para darle una mordida. Fue entonces que, una mezcla de dulce y salado invadió su paladar, creando una sensación única que lo sorprendió.
—Parece ser que a Rengoku le tocó mi onigiri especial —dijo Sakura, quien soltaba una pequeña risa al ver la expresión de su compañero—. ¿Qué tal está?
—¡Delicioso! —exclamó Rengoku mientras le daba otra mordida a su onigiri—. El sabor es un poco extraño, pero de alguna forma me hace querer comer más y más. ¡Es delicioso!
Sakura sonrió satisfecha por la reacción de Rengoku.
—Me alegra que te hayan gustado —sonrió Sakura—. Hasta ahora, Yuichiro y tú son los únicos que les ha gustado mi preparación.
El ambiente en el patio se llenó de risas y conversaciones animadas mientras disfrutaban de la comida. Rengoku observó a sus compañeras con una sensación de gratitud y calidez en el corazón. Había encontrado en ellas un apoyo que valoraba profundamente.
Después de comer, Rengoku le pidió a su hermanito que trajera el regalo que le habían preparado a Sakura. Senjuro se fue del patio por unos segundos, luego volvió con un haori de color negro que tenía pequeños detalles de flores en la parte baja.
—Me tomó tiempo conseguirlo, pero es un regalo como conmemoración por convertirte en pilar —dijo Rengoku mientras miraba fijamente a Sakura—. Felicidades de nuevo, Sakura. Te volviste pilar en menos de un año, eso es algo increíble.