Roxanne sueña con encontrar el amor de su vida, pero su trabajo se lo impide. Soñadora, risueña y optimista, no pierde la esperanza de encontrar al hombre que sea merecedor de su corazón.
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El dia del viaje al campamento había llegado. Estábamos los maestros coordinando los últimos detalles del viaje junto a la directora.
—Ya tienen los mapas —indicó ella—, con ellos podrán saber a donde ir y a donde no. Tendrán un comunicador para estar alertas junto a los guardabosques. Eso seria todo, pueden ir a coordinar.
Sali del salon junto a Julie, ella estaba emocionada al igual que yo de llevar a los niños a aquel campamento. El autobús que me tocaba había llegado, saludé al señor Malcom quien iba a conducir el autobús. Este era grande y bastante espacioso.
—Maestra Cavalli —estrecho mi mano y salude a Malcom—, dentro del autobús hay un botiquín, también un extintor y algunas colchas que envió mi esposa.
—Lo aprecio señor Ellis —le sonreí.
Los niños estaban empezando a llegar junto con sus padres, todos super emocionados por ir de campamento el fin de semana. La madre de Maddie llego junto a otra mamá con la comida y el resto.
Poco a poco comencé a subirlos al autobús y sentarlos en sus respectivos lugares, mientras lo hacía los contaba para saber si estaban completos. Al bajar del autobús, sonreí al ver a Maximilian venir con Erick.
Me agache a recibir el abrazo de Erick.
—Hola mi principito —tome sus mejillas— ¿estás emocionado?
—Mucho —respondió mediante sus manos.
Me puse de pie y estrechar la mano de Maximilian.
—Traje suministros médicos —me mostro las cosas—, cosas para acampar y ropa ¿no es demasiado?
—Para nada señor Porter —le sonreí—, por favor sube al autobús y ubica a Erick lo más cerca de mi que puedas —Asintió—. Bien, te veré en un momento.
Tomo sus cosas y subió. Tengo que controlarme un poco, verlo asi con ese sueter verde ajustado, pantalones marrones y botas, alteró mis sentidos.
Los demás niños empezaron a llegar, empecé a subir los bolsos al maletero, me tense al sentir a Maximilian detrás de mí, cuando nuestros rostros quedaron cerca no dudo un segundo en besarme y yo en corresponderle.
—Lo siento, no podía resistirme —me susurro y ambos reímos—, deja que yo termine con esto, mi amor.
—Bien —me aparté de el y deje que subiera los bolsos que faltaban—, necesitaré más ayuda.
—¿En que?
—En colocarle esto a los niños —saqué de mi bolso los identificadores—, para que ningún niño se desvíe o se pierda.
—Claro.
Se los entregue, luego subimos al autobús. Saque mi cuaderno para empezar a nombrar a los niños.
