Capítulo 05

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Ambos animales quedaron frente a frente, con sus hocicos a milímetros de juntarse. Aullaron bajito, en sincronía. Se acercaron hasta tener sus hocicos en el cuello del otro. Apoyándose en sus cuatro patas; iniciaron una lenta danza en dónde ambos giraban creando un circulo.

El de pelaje azabache liberaba su aroma en respuesta a la fragancia que liberaba el lobo blanco. Se detuvieron para acostarse en medio de la cama. Con sus respiraciones sincronizadas, se lamían el costado de sus hocicos; reconociéndose y marcándose con su aroma.

Arriesgándome a enfadar a la Diosa Luna, me permito decirte mi bonito lobito, que la belleza y luz que irradias es aún más cautivante que la de nuestra Diosa.

El lobo blanco meneó su cola en respuesta a aquellas palabras. No sabía que responder, tampoco hallaba la manera de explicar lo que sentía en ese momento. Apenado, ocultando su hocico en el pelaje azabache; cerró sus ojos disfrutando del aroma del alfa.

Suaves lamidas por parte del lobo azabache eran recibidas en la cabeza ajena. Chillidos bajitos eran percibidos por el azabache, sus orejas se agacharon al escuchar ese aullido lastimero por parte del lobo blanco.

Su bonito lobito estaba dejando escapar todo el dolor que había estado guardando. No había podido aullarle a la Luna en una súplica por acabar con su infierno. Se había obligado a ser fuerte por su humano y por él. Guardó tanto dolor, frustración y desespero, que su mente a veces lo engañaba mostrándole escenarios en dónde eran libres, felices y hermosos; pero cuando abría sus ojos se encontraba con su triste y oscura realidad... Él haciendo guardia para no correr el peligro de morir en manos de su alfa, o luchando para no dormirse por completo a causa del medicamento que aquel hombre les administraba a la fuerza.

Estaba cansado y asustado. Tenía miedo de que el momento que estaba viviendo, fuera una ilusión. No quería dejar de percibir el aroma del azabache, no deseaba alejarse de aquel lobo que le lamia su pelaje de la cabeza tan tiernamente en ese momento. Anhelaba poder quedarse en ese cuarto junto al alfa y no salir de allí hasta recuperar su fuerza y vitalidad de antes.

­— ¿Por qué no descansas un poco?

El lobo blanco abrió sus ojos, sacó su hocico de su escondite y miró al azabache. — No puedo, tengo que cuidar de mi humano...

Yo los cuidaré. — Le lamió una oreja.

¿Nos cuidarás? ¿No eres una ilusión? No quiero que te desvanezcas.

Soy muy real. — Sus colmillos se asomaron en el momento en que le sonrió.

No me dejes solo... Por favor, no me abandones. — Sus lágrimas lobunas cayeron en el pelaje azabache.

No te dejaré.

Quiero dormir, pero tengo tanto miedo de no volver a verte. — Chilló. — Mi único deseo en este momento es que tú y tu humano no sean una ilusión, un espejismo, un hermoso escenario en donde no seré obligado a complacer los deseos de un alfa.

Me veras cada vez que lo desees. — Lamió las lágrimas que rodaban por el hocico ajeno. — No hay ilusión, aquí estamos, somos tan reales como tu belleza y la de tu humano.

¿Tu humano dejara que salgas?

Lo hará, así como lo hizo hoy. — Le aseguró. — Nosotros haremos todo lo necesario para cuidarlos y protegerlos...

El lobo blanco aulló, recostó su cabeza en el cuerpo del azabache y sin decir nada más, dejó que su cuerpo y mente se hundiera en una gratificante paz. Dormiría con tranquilidad, acobijado por aquel aroma que llegó a pensar que jamás volvería a olfatear.

𝐍𝐨 𝐞𝐬 𝐭𝐮 𝐜𝐚𝐜𝐡𝐨𝐫𝐫𝐚, 𝐊𝐢𝐦...|𝐊𝐨𝐨𝐤𝐓𝐚𝐞| 𝐎𝐦𝐞𝐠𝐚𝐯𝐞𝐫𝐬𝐞.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora