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Al cumplir 13 años mi padre me llevó en su embarcación oficial, a cinco días de zarpar lo asesinaron. Era martes cuando salimos del puerto, el sol estaba en lo alto y las olas eran tranquilas; papá decía que en esos días los malhechores solían descansar en los puertos de la ciudad pirata; cuando mas pequeño, papá me contaba cuentos de piratas para dormir o para distraernos del hecho de que mamá nos había abandonado. Antes de zarpar, mi padrino, me dio una brújula cuya caja era envuelta en una bolsa de piel roja meticulosamente diseñada y ceñida al cuerpo de la misma, "si te pierdes, navega hacia el oeste, de esa forma siempre encontraras el camino de regreso a casa" dijo mientras me abrazaba. Amé ese artefacto hasta el último de mis días, para mi padre significaba un instrumento mas, para mí, era el inicio de mi sueño.

Navegamos por tres días y tres noches, al cuarto día un manto de bruma nos cubrió, tan densa que no supimos cuando se hizo de noche, para cuando la bruma desapareció la luna nos sonreía en lo alto, su naranjozo resplandor fue la única luz que nos acompañó por horas, el silencio se rompía únicamente por las olas chocando contra el casco.

Quise tomar un respiro de la sobreprotección de mi papá y en cuanto cayó dormido salí a la cubierta y encontré pronto la zona del bergantín donde se supondría estaría el vigía, al no ver a nadie en el puesto subí para acomodarme y poder ver las estrellas, la madera rechinaba al mecerse en el vaivén de las olas, me acosté en el espacio de la cestilla mirando mi brújula, no supe cuanto tiempo me perdí en mis pensamientos cuando escuché un fuerte golpe contra el agua, ni siquiera supe como pasó y al parecer los oficiales que salían alarmados, tampoco, pero el palo mayor cayó sin previo aviso, rompiendo a su paso el timón y cuerdas al por mayor, todos los oficiales se aglomeraron en cubierta, listos para pelear, pero durante un buen rato el silencio volvió a hacerse presente.

Los pasos de mi papá hicieron eco en todo el barco y cuando llegó junto a los demás oficiales, comenzó mi pesadilla.

"It's time to wake up" se escuchó en medio del sepulcral silencio de la noche, aquella voz era profunda, obscura y con cierto tinte burlón, de pronto comenzaron a escucharse explosiones seguidas de el crujir de los huesos rotos, las pieles eran perforadas como si fueran papas hervidas, una sola figura permaneció inmóvil cuando otras cinco emergieron de entre las sombras para terminar el trabajo que los cañones comenzaron, era delgado, rubio, sólo miraba desde arriba del mastil caído aquel caos; pronto volvió el silencio.

Me mantuve escondido, no quería morir, para cuando terminaron la masacre comenzaba a amanecer, entonces lo vi, era un navío relativamente pequeño, largos paneles reflejantes caían a los costados, el rubio indicó a dos de sus piratas algo y pronto volvieron a su barco para enrollar aquellos artefactos. Quitandolos parecía un pequeño barco normal y viendo detenidamente a la tripulación,  parecían un montón de adolescentes, parecían hasta divertirse, excepto por el hecho de que lo que les causaba gracia eran muertes humanas.

Aquella tripulación entró al barco a saquearlo, pensé que una vez saliera el sol mi escondite no sería óptimo al estar tan expuesto, así que aproveché ese instante para bajar y buscar un nuevo escondite. Mal plan, debo admitir. Me metí debajo de las escaleras cuando escuché claramente que la tripulación volvía cerca de mi posición, debí suponer que no sería invisible para sus ojos, me quedé helado cuando dos de los piratas se posaron frente a mi.

Uno de ellos era de ojos tan azules y profundos como el océano, el otro de ojos tan oscuros y profundos como el abismo, el ojiazul era rubio, de cerca no se veía tan temible, su tes blanca era adornada por doradas pecas, en cambio el otro era de cabello negro, tes blanca, llevaba ambas orejas oratadas con tres y cinco perforaciones respectivamente, era más alto e impotente. 

— Mira eso — mencionó el pelinegro — es un niño ¿Qué hace un niño en un barco oficial? — su voz sonaba muy dulce, se hincó y extendió su mano amablemente inclinandose hacia mí — hey niño  ¿cuál es tu nombre? — dudé por un segundo, el rubio a su lado me miraba de reojo, cruzó los brazos recargando su cuerpo a un costado de la escalera, pero sus profundos ojos azules clavados en mi en todo momento — él no te hará nada — aseguró el alto al percatarsede que yo miraba con miedo a ese chico cuyo aspecto físico no coincidía con su voz, mucho menos ahora que se había quitado la capa y lucía una camisa de seda rosa, ademas de pantalones caqui — dime ¿cómo te llamas?

— Jeong...in — contesté nervioso. El pirata de ojos negros me brindó una sonrisa que iluminó su rostro.

— Es muy lindo ¿cierto, capitán? — preguntó el más alto a aquel de voz tan grave y con la misma dejó salir un "mmm" con desdén.

— Debemos irnos, deja de distraerte con estupideces, Hwang  — soltó la orden y el nombrado se quedó pensativo durante unos segundos, el capitán caminó hacia la trave de estribor — mejor tú y Bang encarguense de los cuerpos. Los demas, si ya no hay nada de valor o provisiones en este lugar, podemos irnos.

—  Capitán Lix ¿Qué hacemos con el niño? —  preguntó el llamado Hwang.

— Conoces mi política, sin rehenes, sin testigos.

— ¿Capitán? — Hwang, que me seguía viendo tratando de calmarme, en ese momento frunció el ceño desviando su mirada, entonces volteó hacia su capitán para recibir la siguiente orden.

—Mátalo.

DER PIRATEN TODESBEFEHLDonde viven las historias. Descúbrelo ahora