Rey de corazones

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Scourge sabe que no era una apuesta justa si era claro que iba a ganar, pero Miles no está ayudando, así que Scourge empezó por fingir estar enfermo.

Solo se le olvidó que tenía novia.

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—Apuesto a que se lo hago en esta semana.

—¿Debería asustarnos que no dijo el nombre de a quién?

—¿Hace falta especificar que se refiere a la tabla quejumbrosa? —preguntó Alicia a su compañero que dejó caer su espada cuando oyó a Scourge espetar su decisión junto a la lluvia de las cartas en el suelo—. No lo harás, Miles se puede meter dildos, pero no pollas.

—¿Lo hace? —Scourge trató de no dejar que su imaginación alcance lugares que lo perturbarían y sacudió su cabeza—. Me acostaré con esa rata en esta semana, ¿quieren apostar que no?

—Apostaría que tardarás más de una semana en hacer que deje de odiarte, y no conseguirás que él abra las piernas para ti —siseó Acorn hacia el mayor con la corona arcaica puesta, Scourge se inclinó hacia ella para que retire sus palabras, pero Alicia se irguió porque no lo haría y quería dejarlo en claro.

—Él va a querer brincar sobre mi pene en cuanto se lo proponga —presumió el ojiazul al extender las cartas de modo que ninguno pudiera ver qué había detrás—. Si sacas reina de corazones, te daré la inútil oportunidad de imponer un castigo si no lo consigo.

—¿Soberbia? —Alicia tomó una carta con duda y vio al Jack de picas—. Tiene la forma de algo que incluso Miles dudaría en meterse.

—¿Esto no está de más si están tan seguro? Parece que solo te divirtiera. —Patch tomó una luego de que Alicia lo empujara para que tomara la que consideraba que era correcta, pero al girarla no encontró exactamente lo que buscaba—. Comodín.

—Como nos beneficia, será una reina de corazones —opinó Walrus para que su compañera ardilla lo recordara y dejara de intentar quitarle la espada al coyote. Alicia soltó a la persona a su lado y lo pensó por un instante. Es que era Scourge, había pocas cosas que le afectaran.

—¿Qué te decimos? ¿Que le confieses a Fiona a quién te querías tirar?

—Sí, qué bien, Alicia, felicidades. —Scourge se puso de pie y dejó caer el resto de las cartas, junto con algunos condones, que había escondido en el bolsillo interno de su saco negro.

Scourge sabía que iba a ganar. Si conociera menos a Miles, ni siquiera habría mencionado su nombre cuando se agruparon para perder el tiempo aprovechando que la reina de la fortaleza no se encontraba presente; sin embargo, Scourge conocía muy bien a Miles y Fiona también se había dado cuenta del único detalle que la hacía infeliz con el azabache viviendo tan cerca.

En cualquier caso, Scourge confiaba en que podría sorprender al zorro mientras este se encontrara en uno de esos momentos en los cuales se ponía a gritar el nombre de Scourge contra la almohada, y lo haría feliz y le pondría fin a la apuesta.

No significaba la gran cosa. Scourge se sentía cómodo con Fiona aunque hubiese oportunidades en las que se arrepintiera de haberle quitado la novia a Sonic, pero él mismo sabía que Miles siempre lo había visto de una manera que no significaba solo admiración.

Cuando era más pequeño, recordaba haberse percatado de que Miles suspiraba cuando él exponía sus ideas e incluso se ruborizaba cuando lo tenía demasiado cerca, siendo la mayoría de las veces instantes en los que el erizo quería amenazarlo.

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