The second choise

Capítulo 1

Recibir una carta de rechazo de Beacon debería haber dolido más de lo que lo hizo. El hecho de que no fuera así probablemente se debió a que, en primer lugar, no esperaba que funcionara. ¿Por qué lo haría? Había pagado por transcripciones falsas y ellos las habían descubierto. Fin de la historia. El hecho de que hubiera invertido todo su dinero en ellos lo dejó esencialmente sin hogar y sin dirección, sin otra opción que regresar a Ansel. Debería haber sido el final de las cosas, y lo habría sido si no fuera por un tecnicismo, una mera formalidad, que había completado en su formulario de solicitud debido a algunas casillas que debían marcar.

Opciones de colocación secundaria. Los solicitantes de Huntsmen no eligieron una escuela y apostaron toda su carrera en ella; eligieron una opción preferida, su primera opción, y luego seleccionaron una opción secundaria si fracasaba, incluso una tercera si querían. Se trataba de tener múltiples oportunidades de conseguir un puesto.

Jaune no había pensado en eso en ese momento, marcando casillas donde era necesario para recibir su solicitud a tiempo y depositando todas sus esperanzas y sueños en Beacon, pero junto con su carta de rechazo de Beacon, que se disculpaba mucho y venía con un paquete de información sobre qué pasos o carreras podría considerar a continuación; parecían decididos a suavizar el golpe y garantizar que su supuesta educación no fuera en vano: llegó una carta adicional de Atlas, una carta que lo compadecía por no haber sido aceptado en su academia preferida, pero que se complacía en ofrecerle un lugar dentro de Atlas. Academy, según su opción académica secundaria preferida marcada en el formulario de solicitud de Beacon.

Y así fue, sin idea de qué más hacer y aferrándose a cualquier opción ofrecida, que Jaune se aferró a su estómago y trató de contener el vómito mientras el gran avión de estilo militar lo llevaba a él y a varios otros aspirantes hacia un flotador. academia, una isla literal sostenida en el aire por medios desconocidos, con gruesas cadenas que la sujetan al Manto debajo. Era increíble, supuso. Asombroso. Si tan solo sus nervios y mareos no le dieran ganas de vomitar, podría haber tenido más tiempo para apreciarlo.

Muchas otras personas en el barco parecían tan nerviosas como él, y ciertamente había una amplia variedad de personas de todas las formas, tamaños y colores. La mayoría estaban sentadas, aunque algunas habían optado por ponerse de pie y agarrarse a las barandillas para poder mirar por las ventanas. Jaune también miró a través para distraerse y tuvo que respirar profundamente ante la pura majestuosidad de la academia. Para él, Beacon era la primera y natural elección; fue donde estudió su padre; Era la academia más famosa. Incluso si Atlas no tuviera su reputación histórica, seguía siendo increíble. La isla flotaba sobre la ciudad, una maravilla de ingeniería tecnológica que diferenciaba a Atlas de cualquier otro reino, con vistas panorámicas en todas direcciones y el sol apenas comenzaba a ponerse, bañando el edificio con un resplandor naranja rojizo.

Fue tan cautivador que le impidió sentir su malestar cuando el avión descendió sobre una plataforma extendida al costado de la isla iluminada por luces rojas y blancas para iluminar la plataforma. Había pancartas dando la bienvenida a los nuevos estudiantes, y Jaune sintió que se le levantaba el ánimo por primera vez en días. El aterrizaje fue suave, con sólo un ligero golpe cuando el sistema hidráulico se comprimió para aceptar el peso de la nave. Las luces rojas destellaron en el interior cuando el piloto pidió que se desalojaran los espacios delante de las puertas. Se abrieron lentamente, expandiéndose hacia afuera en una rampa que conducía hacia abajo. Una vez que las luces rojas dejaron de parpadear, los estudiantes comenzaron a salir. Jaune lo siguió nerviosamente.

El aire estaba frío, probablemente una combinación del clima atlesiano y que todo estaba tan alto en el aire. Por suerte, el aire no era tan espeso como para dificultar la respiración. Delante de ellos, una mujer con el cabello blanco ondeando al viento estaba firme, con las manos entrelazadas detrás de la espalda, flanqueada a ambos lados por soldados con lo que parecía una servoarmadura pintada de blanco. Tenían las armas colgadas a la espalda y permanecían en la misma postura que la mujer del centro. Los estudiantes naturalmente se reunieron frente a ella, formando una multitud que charlaba y esperaba nerviosamente. Sólo cuando el último de los estudiantes despegó y el avión apagó sus motores habló.