Capitulo 1

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Para Mel, era un día como cualquier otro. Se levantaba antes de que saliera el sol todos los días, pues quería estar lista para acompañar a su padre al intensivo entrenamiento con el abuelo Garp, sin embargo, en ese lugar no solía participar en las actividades más intensas, ya que su padre le externaba que aún era demasiado joven para realizar ese tipo de entrenamientos tan pesados; a lo mucho, le permitían correr por el área, dos vueltas sin parar, aunque, en realidad, lo hacían para mantenerla ocupada y evitar que los molestara y distrajera durante el mayor tiempo posible. Ahora, no es que ella fuera particularmente inquieta, pero había momentos en los que se estar sentada o leyendo se volvían demasiado aburridos. No obstante, a pesar de lo mucho que se quejara después de correr por el área, eso le ayudaban a fortalecer sus piernas para cuando llegara la hora de comer y el abuelo Garp intentara llevarse toda la comida. Mel corría lo más rápido que sus piernas le permitían, pero al final siempre terminaba siendo cargada por su padre, normalmente de caballito, sintiendo la brisa rosando su rostro, pintándole una, casada pero alegre, sonrisa. Esperaba crecer y desarrollar las ágiles piernas y el cuerpo desarrollado de su padre, aspirando a convertirse en una gran marina, tal como él y el abuelo Garp lo eran.

Durante la mañana, cuando el sol hizo su aparición estelar, notó que su padre tenía un comportamiento inusualmente reservado y distante, a pesar de que, en realidad, él no era conocido por su efusividad, sin embargo, solía mostrar pequeños gestos de afecto, tales como un beso en la frente al momento en el que Mel ponía sus pies en el suelo por primera vez durante la mañana o una sonrisa amplia y brillante durante el desayuno, pero ese día… todo se sentía distinto, la actitud de su padre se sentía diferente, distante, más nerviosa y distraída de lo habitual.

La noche anterior, la curiosidad de la niña fue lo que la llevó a escuchar una conversación entre su padre y el abuelo Garp, en la que alcanzó a escuchar, a través de la puerta, como mencionaban el nombre de su mardre, podía escuchar el tono de desprecio en la voz de su padre, así que estaba claro que estaban hablando sobre la mujer, pero al preguntarle a su progenitor al respecto, un poco más tarde, pudo sentir el cambio drástico en su actitud, vio como apretó su mandíbula y como su, normalmente, suave expresión de pintaba con rastros de ira.

— Mel, por favor, prepara una maleta con todo lo necesario para unas vacaciones —fue lo primero que escuchó salir de los labios de su padre esa mañana, mientras el mismo entraba a la habitación que compartían.

— ¿A dónde iremos este año, padre? —inquirió Mel, con una sonrisa brillante, mirándolo con ilusión desde su pequeña cama, la cual se encontraba pegada a la pared, llena de peluches por aquí y por allá—. ¡Tengo muchas ganas de visitar alguna isla invernal!

Vio teñirse la mirada de su padre con nerviosismo, para después responderle:

— Este año viajarás con el abuelo Garp.

— ¿No vendrás conmigo? ¿Por qué? —preguntó la pequeña con desconcierto, pues ellos nunca se habían separado, no realmente, desde que tiene memoria siempre han sido su padre y ella contra el mundo.

— Tengo algunas tareas importantes que atender, Mel —explicó su padre con pesadez, pasándole la mano por su ligeramente larga cabellera.

— Entonces, ¿me llevará el abuelo Garp a la playa? —quiso confirmar ella.
Ir a la playa le gustaba, siempre la pasaba bien, adoraba sentir como las olas del mar besaban las puntas de sus pies y le encantaba la sensación del agua rodeando su cuerpo, siendo todo lo que podía sentir.

— No, en realidad —contestó el hombre, rascándose el cuello con incomodidad, como si la conversación le estuviera costando más que escalar el monte más alto—. Él te llevará a encontrarte con sus nietos, pasarás unos días con ellos

Ella abrió los ojos escandalosamente, con sorpresa.

¿Los nietos de Garp? Sin duda había escuchado de ellos, el viejo podía pasarse horas hablando de que esos niños eran su orgullo, lo mucho que adoraba verlos entrenar y lo seguro que estaba de que, en el futuro, se convertirían en los más grandes y mejores marinos que hubieran existido.

— Pero primero, debes prometerme que te comportarás adecuadamente y obedecerás lo que te digan —habló su padre una vez más, sacándola de sus pensamientos—. ¿Lo harás, Mel? —su mirada se ablandó por un solo segundo, antes de que volviera a endurecerla.

— Lo prometo, padre —ella le regaló una pequeña pero brillante sonrisa—, pero tú también debes prometer que vendrás a buscarme pronto, ¿de acuerdo?

— Lo prometo, pero espero que hagas muchos amigos mientras tanto.

— ¡Sí, seguro que sí! Cuando regrese, te contaré sobre todos los amigos que hice durante mis vacaciones —habló ella con entusiasmo, provocando una oleada de ternura en el mayor, quien se acercó a ella y le acomodó un mechón de cabello detrás de su oreja con ternura.

Después de esa charla, Mel se preparó meticulosamente para los días fuera de casa que se venían, sabiendo que la extrañaría ese lugar, aunque su hogar fuera la base naval por excelencia. Y a pesar de lo que muchos pudieran decir, encontraba gran satisfacción en el tiempo que pasaba con los jóvenes cadetes, algunos de ellos la conocían bien, compartiendo momentos de juego o confidencias a espaldas de sus superiores. Siempre había acompañado a su padre en sus viajes durante las vacaciones, pero esta vez experimentaba un sentimiento extraño, se entristecía por no poder despedirse de sus camaradas marinos y de los hijos de estos últimos; aunque las relaciones sociales eran limitadas debido a las restricciones paternas, no había razón para entristecerse demasiado. La separación sería breve, máximo 20 días fuera de la base y eso sería todo, pronto estaría de vuelta para compartir sus nuevas experiencias y aventuras con sus amigos.

Ella estaba saliendo del dormitorio cuando chocó contra si padre de lleno, provocando que cayera hacia atrás.

— Oh, mi pequeña —Aokiji soltó una risita cuando observó el ceño fruncido de Mel—. ¿Te lastimé? —preguntó, acomodándose en cuclillas frente a ella.

— No, pa —Mel negó con la cabeza, comenzando a reírse de la situación, más por el hecho de que su padre le había contagiado la risa que por el que en realidad la situación fuera graciosa.

— ¿Estás lista para tu aventura, cariño? —preguntó él, observándola con un cariño casi tangible—. Será solo por un corto tiempo. Debes mantenerte firme sin mí tanto como puedas, ¿entendido?

— Lo haré bien, padre. Me has enseñado mucho, ya verás que lo aplicaré a la perfección —contestó ella, levantando su barbilla con orgullo para sus siguientes palabras:—. Seré una gran marina, como el abuelo Garp y como tú.

— Sé que lo serás —suspiró, apoyando su mano en la pequeña cabeza de su hija, observándola con tristeza y estaba a punto de asegurarle que solo serían unos días, sin embargo, no estaba seguro de poder cumplir tal promesa.

En ese momento, uno de los cadetes  irrumpió por el pasillo, anunciando que el vicealmirante Garp la esperaba, yéndose así la oportunidad de Aokiji de decirle a su pequeña hija cuando la amaba, así que simplemente atinó a darle un beso en la frente y observarla tomar su pequeña maleta, para segundos después, verla caminar por el largo pasillo y marcharse del lugar que había sido su hogar por siete largos años.





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⏰ Última actualización: Mar 19 ⏰

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