La propuesta y donde todo comenzó

Parte única

El salón de visitas era mucho más lujoso de lo que habría esperado, amplio y con numerosos ventanales por la estancia hacían que la habitación fuera luminosa. Las paredes estaban adornadas por un papel tapiz azul marino de estampado elegante, que podía asegurar con certeza, Harry Potter no había elegido.

La silla alta y de color grisáceo donde se encontraba sentada era más cómoda de lo que pensó cuando la vio y la vajilla de loza y plata posada sobre la mesa frente a ella, donde reposaban tres cafés cargados, podían opacar fácilmente los antiguos pero clásicos muebles que había en la habitación.

Rita Skeeter tomó la taza que le habían ofrecido y con un toque de su varita, se cercioró de que no hubiese ningún líquido extraño en él. Alzó la vista brevemente y vio una ceja platinada levantada hacia ella con unos ojos verdes brillantes inexpresivos a su lado.

—Es una costumbre de la guerra — explicó de la forma más amable que pudo—. Supongo que ustedes deben tener bastantes —terminó en un tono sugerente.

Nada, silencio sepulcral. Ninguno dijo nada y fue una lástima porque hubiese sido bastante jugoso escribir sobre los trágicos episodios post-guerra que podría tener el querido héroe del mundo mágico junto a su novio, quién había participado en el bando contrario de ésta misma. Inconscientemente se mordió la lengua. Esto iba a ser más difícil de lo que había pensado.

— Me gustaría saber qué haces aquí, Rita —una voz fría habló, mientras sus ojos color mercurio le escrutaban. Skeeter trató de esbozar una sonrisa confiada que no inmutó en lo más mínimo a ninguno de los dos—. Creo que Harry ha dejado más que claro que no quiere tener nada que ver contigo. Ni yo tampoco. No después de que te has ganado la vida a expensas de historias de él. De ambos.

Bueno, no iba a ser nada fácil. La mujer se acomodó los lentes sobre el puente de la nariz y se removió en su silla, tratando de no prestarle atención a como Potter deslizaba su mano por debajo de la mesa para agarrar la pálida correspondiente a su novio.

—Hubo un tiempo en el que tú me ayudabas con esas historias, ¿No? —algo de veneno se filtró en sus palabras y trató de enmendarlo de inmediato—Esperaba poder hablar con mi queridísimo Harry a solas, señor Malfoy —repuso la rubia con dulzura fingida, mientras el rostro del rubio se crispaba en una sonrisa burlona, la ceja enarcada no había bajado.

—Querías hablar con Harry a solas — arrastró las palabras, como si aquello le resultara divertidísimo. La sonrisa de Rita flaqueó levemente —. Mira tú, creo que eso no se va a poder.

No se iba a desanimar. No ésta vez, lo haría de todas formas, con o sin su permiso. Ya tenía todo planeado, no iba a permitir que nadie le quitara aquello de entre sus manos. Que agradecieran que siquiera pensara en venir a hablar con ellos amablemente antes de realizar cualquier movimiento.

Harry, tan insípido y serio como siempre le observaba desde su lugar, callado y el cabello castaño brillaba debido a la luz del sol que se colaba por las ventanas, ella dirigió toda su atención hacia él.

—He venido a volver a preguntarte tu consentimiento, sobre lo que he insistido amablemente durante los últimos meses, Harry querido —Rita explicó mientras le entregaba unos documentos que no fueron recibidos y su mano cayó a su lado luego de unos segundos. A veces le costaba creer que ese mal educado era realmente el salvador que toda la gente proclamaba, pero su actitud no cambió—. Tengo todo un plan de seguimiento, solo necesito tu disposición y si deseas, tu versión de la historia.

El ojiverde cruzó sus brazos sobre su pecho, sin soltar aún la mano de Draco, quién la miraba con un gesto de incredulidad.

—¿No estarás hablando enserio, eh Rita? —intervino el rubio, con los ojos un poco abiertos — No, definitivamente no.