El comienzo.

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Era un día normal como cualquier otro, el sol resplandecía, los pajaros cantaban con alegría mientras una leve brisa de viento soplaba contra las hojas de los árboles.

El día era maravilloso.

Una familia paseaba feliz por el parque, admirando la espléndida tranquilidad que sentían, todo era risas, hasta que alguien dentro de la familia habló.

— Mamá, puedo hacerte una pregunta? — dijo una niña pequeña, de unos nueve años y con unas orejas de Minnie Mouse puestas, sin lograr pronunciar la 'r' con claridad.

— Claro hija, que sucede? — respondió su madre, mirándola con una sonrisa leve en su rostro.

— ¿Crees que existan otros universos además de este? — preguntó, curiosa por saber la respuesta, en su expresión se veía algo emocionada, pues se sentía algo curiosa al pensar que existirían muchas más personas de las que ella conocía.

— Hmm, no sabría decirte Victoria, nadie de nosotros conoce tan bien ese tema, pero en fin, porqué lo preguntas?

Alzó una ceja, preguntándole con curiosidad, pues no era normal que esa pregunta se le ocurriera de la nada.

— Mm, por nada, solo era una pregunta que se me pasó por la mente.

Le sonrió, dejándole en claro que todo estaba bien.

— bueno, quieren un helado?

Preguntó Leidys, esbozando una sonrisa amable como era de costumbre en su persona.

— ¡Sí, por favor!

Dijo un muchacho de 21 años con una gorra verde fosforescente y volteada hacia atrás, sonriendo con inocencia.

La madre sonrió y fue con ellos hacia una heladería, una vida normal y corriente como la de todos, no?

Mientras en otro lado.

¡Córrele Ramiro, vamos a llegar tarde por tu culpa! — dijo un muchacho con un peinado de copete, unos lentes y una playera tipo polo y un suéter azul oscuro arriba.

— ¡No todo es mi culpa, tu fuiste el estúpido que se tropezó con una piedra y como buen amigo que soy, tuve que ir a ayudarte! — reclamó otro muchacho igualmente peinado con un copete, una playera blanca y una sudadera de mezclilla claro.

— Ay, si es cierto...

— ¡Eso ya no importa ahora Emilio, lo que importa es que no nos cierren el portón en la cara! Y que la orientadora no se entere de que llegamos tarde... — dijo Ramiro, corriendo junto a su amigo hacia su preparatoria, rezando por que no les cerraran el portón en la cara.

Después de algunos tropezones y peleas que acababan en disculpas, finalmente llegaron a su destino, jadeando y celebrando.

— Si... ¡Llegamos, llegamos por fin! — gritó triunfante mientras seguía jadeando por el cansancio, Emilio le dió un codazo.

— ¡Cállate Ramiro, acuérdate que no se tiene que enterar la orientadora, o si no, nos llevaremos un citatorio! — le susurró, visiblemente molesto, el contrario se tapó la boca y asintió.

Ellos comenzaron a caminar hacia su salón a paso lento y sigiloso, mientras caminaban, Ramiro sacó algo de plática, solo que sería algo... peculiar.

— Oye Emilio, que harías si te enteraras de que existen otros universos, por ejemplo... ¡Un multiverso! — le preguntó, emocionado por escuchar su respuesta.

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⏰ Última actualización: Mar 17 ⏰

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