Despertar en un mundo diferente no es sencillo, y menos siendo Naruto Uzumaki, el cual su curiosidad siempre le llega y quiere respuestas. Pero tal vez, sea diferente, porque su familia está aquí con el, algo que ha deseado desde siempre.
Un pequeñ...
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TODOS YA CONOCEMOS LA historia del chico que salvo al mundo ninja, ¿no? Espero que si, si no, tal vez entraste a esta historia porque te gusta crepúsculo. Pero está historia no es la misma que conocemos.
Había un viento frío, mientras una camioneta conducía por una carretera rodeada de árboles en un clima fresco.
— ¡No entiendo nada! —Una mujer de cabello rojo intenso, veía fijamente un mapa.
— Linda, lo tienes al revés —Le aclaro su pareja de cabellos rubios.
— ...Ya lo sabía, ¡Creelo! —Se cruzó de brazos avergonzada.
El rubio soltó una risa y miro hacia atrás por un par de instantes, mirando a su hijo que dormía plácidamente sobre el sillón.
— Oh vaya, estamos por llegar —Declara la pelirroja con una sonrisa.
— Que bien, esto de no poder dormir bien me trae muerto.
— Si se te ve algo cansado —La mayor le acaricio el rostro con ternura, ganándose una risa por parte del rubio— Espero que Naruto ya se encuentre mejor.
—Esta profundamente dormido, golpearse la cabeza por intentar ayudarme no fue agradable.
La mujer suspiro y asintió. Desde ese golpe, veía a su hijo bastante hiperactivo y más amable; además de que, decía cosas sin sentido y por alguna razon siempre los abrazaba.
Presto atención al camino y pasaron por un cartel que daba la bienvenida a un pueblo llamado Forks. La mujer de nombre kushina veía emocionada por la ventana, mientras su esposo, Minato, conducía pacíficamente por las calles.
Forks era un pueblo frío por la naturaleza, muy pocas veces daba el sol pues la mayoría del tiempo estaba nublado. Cuando llegaron a la casa, lo primero que hizo la pelirroja fue despertar a su retoño de 17 años.
— Naruto —Le susurro la mujer.
Nada...
— Naruto, Naruto —Llamó de nuevo.
Aún nada.
— ¡NARUTO!
El rubio se levantó de golpe, gritando por ramen de un tal Ichiraku.
— Al fin despiertas, llegamos a nuestra nueva casa. Baja para que lleves tus cosas a tu habitación —Le sonrió la pelirroja.
— ¿Habitación? —Pregunto Naruto, adormilado aún, con los cabellos en el rostro y algo de baba bajando por su boca.
— Si, Naruto, tu cama —Explica la mujer, dando un suspiro con una sonrisa.
— Mi cama... —Naruto bostezo y salió del carro a arrastras.
Minato le dio caja tras casa con sorpresa al ver cómo el rubio, podía cargar todo sin problemas; el rubio subió lentamente las escaleras mientras cabezeaba. Entro a una habitación y dejo sus cajas en una esquina de la habitación.
