Capítulo 1.

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Crystal.

La luz del sol comenzó a danzar en mi cuarto, a pesar de eso, el cielo se encontraba con unas cuantas nubes grisáceas, parecía estar a punto de estallar en cualquier momento con la primera nevada del año.

Comencé el día bajando hacia la cocina, desde mi cuarto podían notarse las pequeñas notas del olor dulce y aroma a café.

Al llegar, mi padre se encontraba haciendo el desayuno como de costumbre.

— Buenos días, princesa.

— Buenos días, papá. — Me acerqué a él y le di un cálido beso en la mejilla.

Me senté frente a la barra de la cocina y mi padre no tardó ni un minuto más en dejarme frente a mí un pequeño plato lleno de gofres, tenía un recubierto de chocolate y estaba adornado con unas pequeñas fresas encima. Tenía una pinta deliciosa.

— Esta noche tendremos una pequeña visita. — Anunció mientras se acomodaba en su sitio con una pequeña taza de café caliente. — ¿Podrías ponerte algo más formal?

Mi mirada viajó por mi pijama de color avellana. Fruncí el ceño mientras mi atención volvió a posarse en mi desayuno.

— ¿Qué tiene de malo?

Sin darme respuesta alguna, mi padre se echó a reír.

— No tiene nada de malo, princesa. — Dio un pequeño sorbo a su café antes de volver a hablar. — Vas a conocer a alguien especial.

En ese momento sentí mi cuerpo tensarse por completo.

No, por favor, no...

— Queremos formalizar la relación, ya sabes... — Continuó diciendo.

Antes de que él siguiera hablando, aclaré mi garganta, mi padre captó el mensaje y noté como por su frente corría una gota de sudor.

— Está bien, papá. — Mi tono de voz sonó relajado. — Hace 3 años que murió mamá, no voy a quitarte el privilegio de volver a ser feliz.

En su rostro se formó una sonrisa y rápidamente me atrapó por completo en un abrazo.

— Vendrán a cenar esta noche, te quiero.

Una vez acabada la conversación, mi padre se dirigió al trabajo, dejándome con una sola pregunta; ¿Vendrán? ¿Quiénes?

Lo último que me esperaba era ese plural.

Terminé el desayuno y volví a mi cuarto, el día iba a ser largo y yo no tenía ningún plan.

Me recosté sobre la silla que tenía frente a mi escritorio, el portátil seguía encendido desde anoche, aun con la misma pestaña encendida, en esta se podía leer: Finalizar la matriculación.

Aún dudaba, no sabía si estaba haciendo lo correcto o no, pero tenía que seguir con mi vida, quería obtener esa carrera, poder trabajar de eso y... seguir adelante, como si la muerte de mi madre nunca hubiera sucedido.

Deslicé el dedo sobre el ratón e hice clic. Ya estaba hecho, no había vuelta atrás, solo quedaba esperar.

Un suspiro de alivio salió de mis labios, contuve la risa nerviosa mientras bajaba la pantalla del portátil y buscaba con mi mirada el móvil. Marqué el número de Sherry y esperé a que esta contestara.

— Por favor, contesta.

Pasaron unos segundos, hasta que del otro lado de la llamada escuchaba una voz masculina aullar.

— Mi querida Crystal, dime. — Contestó Sherry.

— Necesito tu ayuda.

— ¿Y la mía? – Preguntó Danny de fondo.

De nuevo tú.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora