Arrodillada [+18]

Capítulo 43

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♡CAPÍTULO 43♡

El silencio que llena la consulta se mete de tal manera en mis pulmones que se me corta la respiración.

–Indra, ¡¿eres conscientes de que nos dará un puto infarto si no dices nada?! –increpa William.

Me sorprende que ella nos mire como si acabase de caer en la cuenta de que estábamos ahí. Aprecio su concentración e implicación, pero ¡¿dónde está mi bebé?!

–¡Lo siento! –se disculpa verdaderamente apenada –. Perdón, perdón. Mirad –señala un punto que no es más que un par de... de círculos en forma de huevo negro con... ¿con unos puntitos grises en medio cada uno? Sí, así es.

El corazón me da un vuelco.

He visto ecografías antes... las de Sav, y sé lo que significa ese círculo y su contenido.

Con la carne de gallina, me llevo la mano a la boca y William me mira totalmente aterrorizado, sin entender nada y con Indra asintiendo con una sonrisita.

–Está ahí ¿verdad? –sé que lo está, pero debo preguntar.

Indra comienza a asentir y William exhala como nunca lo había hecho. Tiene la frente perlada por el sudor y su cara no emite más que alivio.

–Casi me matas.

–Lo siento, estaba comprobando algo.

Yo no puedo dejar de mirar la imagen. Dios... ¡ahí está mi bebé!

–Entonces, Valerie está embarazada ¿verdad? –pregunta sin ocultar su ansiedad –. ¿El bebe está ahí, sano y salvo?

–Sí. De hecho..., lo están –suelta. Entorna los ojos y nos observa con especial atención, con una sonrisita socarrona dibujada en su cara.

William y yo nos miramos confundidos. No entiendo nada.

–¿Están?

–¿Veis eso? –señala, y veo que nos indica que miremos los dos circulitos ovalados. Son las dos bolsas gestacionales dentro de la placenta de Valerie.

Trago saliva.

Las dos bolsas que... a ver. Céntrate. ¿Ha dicho...? ¿Ha dicho que...?

Ay, madre...

¿Qué?

–Oh... –murmura William.

Mi corazón da otro vuelco... o dos.

–Eso quiere decir...

–Sí, Will, sí –afirma Indra muy emocionada –. Ahí están vuestros dos bebés.

William se tambalea y yo me quedo en un estado de shock profundo.

Ayer no tenía ni idea de que iba a ser madre, luego me enteré de que estaba embarazada, que iba a tener un hijo, ¡uno!, y ahora... ¿ahora tengo dos bebés creciendo dentro de mí?

A mí me va a dar algo.

Me abanico con la mano. William está descompuesto y ha perdido el color de la cara.

–¡¿Estás segura?! –exclama el futuro padre de las dos criaturas.

–Completamente.

William me suelta y se acerca a la pantalla casi pegando la cara a ella como si acaso pudiese comprender lo que se ve ahí.