⌗ "𝐔𝐧𝐭𝐨𝐜𝐡𝐚𝐛𝐥𝐞" - ꒰𝐒𝐔𝐍𝐆𝐒𝐔𝐍꒱

Final

Sunghoon tuvo que esperar un angustioso día entero hasta poder volver a ver a Sunoo. El omega llegó tarde a clase, arrastrando los pies, con la piel pálida y sin brillo, el pelo desordenado y profundas ojeras bajo sus ojos. El olor de la tristeza era tan intenso que la temperatura del aula descendió un par de grados. Ni siquiera el profesor se atrevió a reclamarle por la tardanza, parecía estar a punto de quebrarse. Sunghoon quería pegarse un tiro por eso.

Sunoo se había tomado dos supresores esa mañana y se había obligado a salir de la cama. Él no era así, él no dejaba que nada arruinara su buen humor, no importaba lo mucho que doliera ver a Sunghoon sentado en su sitio de siempre, con la vista clavada en su persona. Sunoo y su orgullo malherido hicieron todo lo posible por ignorar al alfa y a su delicioso olor masculino que le evocaba dolorosos recuerdos de unas manos grandes recorriendo cada rincón de su cuerpo desnudo y haciéndole suspirar. Maldijo en voz baja, debía olvidarse de Sunghoon. No podía hacer nada si el alfa le había rechazado. Y volvió a maldecir, porque él nunca maldecía.

Caminó hacia su mesa y se sentó al lado de Jungwon, que lo miró con preocupación.

- ¿Cómo te encuentras? - Preguntó.

- Estoy bien.

Y sonrió, la sonrisa más rota del mundo.

Jungwon fingió creerle y él suspiró agotado intentando poner algo de atención en la clase. No podía permitirse que sus notas bajaran, eso nunca. Aunque era verdaderamente difícil concentrarse cuando podía sentir la mirada de Sunghoon clavada en su nuca, casi como un contacto físico real.

Sabía que su aspecto no era el mejor, y que estaba llamando la atención de muchos a su alrededor. Incluso el señor Choi, que normalmente tenía predilección por él para hacer preguntas sobre la materia, había decidido darle su espacio, ignorándole durante toda la clase. Se lo agradeció mentalmente de todo corazón.

Sunghoon no podía apartar la mirada de la enmarañada cabellera de Sunoo, estaba en tensión, forzándose a mirar la pizarra, ignorándole deliberadamente. Tenía que encontrar el momento justo para hablar con Sunoo, para poder decirle que sentía haberse marchado, que lo amaba y que nunca se iría de su lado, pero las manecillas del reloj parecía reírse de él, moviéndose con una lentitud exasperante.