Capítulo Uno. La noche.

1 0 0
                                    

Capítulo Uno. La Noche.

Exen.

–Ya, ¿y qué carajos puedo hacer por ti? Mejor dicho qué puede hacer cualquier ser humano en la tierra por ti.

–Nada, imbécil. –responde mi hermano malhumorado, suelta el humo de su cigarro en bocanadas que se parecen más a las exhalaciones de un tren que a las de un ser humano, yo me ocupo de consultar mí reloj. Son casi las cinco de la mañana. Miro de reojo a mí hermano, con quien aunque llevo más de dos horas parece tener el mismo humor desde que apareció.

Otra vez ha discutido con Selena sobre el mismo tema. El divorcio y la custodia de su hija, Hanna. Todos sabíamos que ese matrimonio tenía una fecha de caducidad bastante corta, sin embargo no nos veíamos venir que el final fuera tan tormentoso, principalmente por el carácter calmado de Alex y la personalidad amable de Selena. Aunque cinco años de matrimonio sin amor que es mantenido en pie sólo por la salud de una hija en común puede llegar a cambiar a cualquiera.

Selena no quiere divorciarse, y si es así, quiere la custodia total de Hanna. Lo malo es que aunque tenemos abogados de peso, Selena también los tiene, y aunque la decisión final es tomada por un tribunal, ambos sabemos que las probabilidades de que le den la custodia a Alex con su historial son bajas. Aunque él dice que se conformaría con poder hablar con su hija por teléfono y verla tres días a la semana si es lo que debe hacer para que Selena esté contenta, sin embargo, no es el caso, ese tipo de acuerdo está fuera de discusión... principalmente porque el idiota de mi hermano le ha puesto los cuernos con una persona de carácter público. Tiene suerte de que haya conseguido que su cara se mantenga fuera del ojo público, pero ¿por cuánto podrá mantenerlo? Más aún cuando los rumores empiezan a esparcirse por los periódicos amarillistas locales, esos periódicos con periodistas de poca monta que por alguna razón aún no ha podido comprar.

–Estás jodido por todos los lados por los que lo mire, Alex, seamos sinceros.

–Lo sé, pero... joder. ¿Por qué mierda me casé con ella? –pregunta exasperado, mientras arroja su cigarrillo casi acabado a la calle sin apagarlo, me desvío un poco para apagarlo por mí mismo y hago una mueca de asco. Pero no despego mi vista del suelo mojado. Hace varías horas que ha llovido con fuerza sin embargo el agua sigue acumulada en los baches de las caches. Sé que con la luz adecuada podría ser un paisaje maravilloso. Un paisaje que me encantaría que Hanna pudiera ver. Pero lo único que puedo hacer es intentar describir con palabras torpes todo aquello que jamás ha podido ver.

–Tío, nunca lo sabré, todos te dijimos que podrías hacerte cargo de Hanna sin tener que...

–Exen. –llama. Pero como sé por dónde irá la cosa lo corto de inmediato.

–Déjame hablar, si pides mi opinión tienes que dejarme expresarme...

–Exen. –vuelve a decir con una expresión de seriedad que podría intimidar fácilmente a cualquiera, sin embargo no a mí, no con lo habituado que estoy a ver su cara de imbécil malhumorado. De hecho si vamos a apelar a la verdad pocas veces cambia esa cara de mierda por algo parecido a una sonrisa. Vuelvo a mirar al piso cuando se me pasa por la cabeza una imagen de él con Hanna cuando era una bebé y lo feliz que se veía. Ella aún sigue siendo la única cosa que lo hace sonreír.

Y ahora es casi seguro que la perderá.

–Déjame habl...

–Hay alguien tirado en la calle. –aparto inmediatamente mi vista del suelo para mirar el mismo punto que él y lo que veo me deja sin palabras y completamente helado.

–Puta madre. –digo acercándome, pero Alex me retiene por un brazo como si ella se tratara de algún animal peligroso.

–No te acerques, llama a la policía y espera aquí a que llegue una ambulancia.

Cielo Sin EstrellasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora