CAPITULO I

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¿UNA PESADILLA O UNA REALIDAD?


Elizabeth corría por los grandes pasillos de la habitación, mientras juraba con sus propios alientos que esa sería la última pesadilla que tendría; al menos en un largo tiempo, sus respiraciones se mezclaban con sus pasos alterados, y el sudor corría por su piel. Tomó una fuerte respiración y aceleró su velocidad, era como estar nuevamente en aquellas competencias de atletismo a las que siempre acudían sus compañeros de clase para recuperar puntos en clase.

Giró su dirección y entró en la primera habitación a la derecha, mientras escuchaba como el monstruo corría sin poder acceder a ella, suspirando aliviada se sentó en el rincón y analizo la situación; era el mismo sueño que había tenido durante tanto tiempo, no tenía ninguna novedad, solo le bastaba con quedarse a esperar a que su alarma sonara por la mañana, o pellizcarse también funcionaba, en ocasiones.

Tomó su brazo y con sus manos comenzó a pellizcar y a darle golpes a su piel, no había nada de que temer, pues no era la primera vez que eso le ocurría, solo podía esperar para que esa pesadilla terminara de una buena vez. Entonces dejo de escuchar a esa cosa, se giró confundida, exaltada era la primera vez que eso ocurría. ¨ ¿Acaso se habría cansado?, ¿acaso esa cosa se había rendido después de tantas noches de perseguirla y dejo de hacerlo? o tal vez ¿acaso esa cosa soló se habría marchado a otro lugar al que no se escuchaba ni el más mínimo sonido?

Elizabeth, por más curiosa que fuera no abrió la puerta para asegurar nada, y se sentó mientras seguía pellizcándose su cuerpo; mientras en sus entrañas sentía una clara sensación de extrañes que recorría su cuerpo entero. Un, deux, trois, quatre... contaba para calmarse. Le preocupaba un poco que su alarma no se activara y no se despertara, por momentos en los que se decía que la alarma se activaría pronto y adiós a esa pesadilla por meses, si tenía suerte.

Las luces de la habitación se encendieron, una por una; el brillo de estas era intenso y penetraba la mente de quien lo mirara, una melodía se trasmitía en los pasillos, la melodía era similar a la de una caja musical, los reflectores dividían los colores de las luces, las cuales se movían por todos lados; buscando un punto especifico. Era como el estar en un circo, excepto por el hecho de que no había nadie ahí, miraba desde la distancia, sin atreverse a pararse y echar un vistazo a aquellos aires en donde la melodía tocaba; esperaba sentada en sus propias piernas el momento en el que su alarma debería activarse y despertarla; miro los colores del circo con curiosidad, peleando con su instinto de supervivencia, pero una vez más se quedó ahí, completamente sola.


—No es mi culpa que tenga una vida más interesante que la tuya—una voz resonó en la oscuridad.

Elizabeth quedo atónita, parándose del suelo inmediatamente para estar alerta de cualquier señal, mientras daba círculos constantes en el mismo lugar, volteando hacia todas partes cada que tuviera la oportunidad. Sus ojos castaños daban vueltas como locos. La suave melodía poco a poco invadía su mente. Giró rápidamente para encontrarse con la puerta del circo, sin tener más opción suspiro y se adentró en la carpa. 

Las cosas en ese misterioso lugar no eran tan diferentes a como las había pensado, era como estar en un circo cualquiera; puestos de comida, luces y olor a palomitas recién hechas; era extraño que ella pudiera recordar cómo era el circo, hacía ya varios años que no visitaba algún circo, o algo por el estilo, de hecho, la idea de visitar el circo le ponía la piel de gallina, no era que odiara el circo, era que le causaba una inseguridad hacia ella misma. 

— ¡Beso! —gritó la voz de un niño a sus espaldas—. Vamos, John vigilará que la maestra no venga—Elizabeth se giró de donde provenía la voz, era de una habitación cerca de ella, camino hacia está y estando a tres metros del portón de la habitación, una memoria se presentó, era ella hace años atrás, con el uniforme de su antiguo colegio, parada cerca de unos asientos un tanto nerviosa. Recordaba ese recuerdo, sabía que pasaría después. Camino apresuradamente para irse, avergonzada por esa memoria, odiaba lo que pasaba después. 

FREAKSHOW-1990Donde viven las historias. Descúbrelo ahora