único

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Los párpados de Enzo pesaban, su cuerpo rígido y su cuello dolían por estar encorvado tanto tiempo, su mirada delataba su cansancio, por lo que al salir del estudio jurídico no se contuvo y soltó un gran bostezo.

A pasos lentos se dirigió al estacionamiento, tratando de estirar cada parte de su cuerpo para aliviar la tensión, aunque sin conseguirlo del todo.

Con un suspiro, Enzo desbloqueó su auto y se deslizó dentro. El asiento de cuero fresco le recibió con suavidad, y al encender el motor, un silencio relativo llenó el espacio, brindándole un breve respiro antes de emprender el camino hacia su hogar.

Su jornada laboral absorbía gran parte de su día. Al regresar a casa, Enzo se sentía exhausto. Trabajaba arduamente para poder brindarle a su pareja, pequeños lujos y comodidades, aliviando así cualquier preocupación que pudiera tener sobre gastos adicionales o esfuerzos laborales.

Si había algo que Enzo amaba más que nada, era llegar a su casa y ver a su novio esperándolo, ya sea con una rica comida recién preparada o sentado en el sillón de la sala en pijama.

Julián era dos años más joven que él, estaba en su último año de la carrera de medicina y trabajaba en una linda florería, donde Enzo lo iba a visitar en cada tarde que tenía libre. Era precisamente en esa florería, donde se conocieron de una manera casual, el morocho entró con la mente en blanco, buscando alguna planta o flor que le diera vida a su hogar, también a sus oscuros y rutinarios días. Fue entonces cuando se encontró con la mirada dulce de Julián y su sonrisa encantadora.

A medida que el tiempo pasaba, las visitas a la florería se volvían menos frecuentes, al igual que los momentos de ocio compartidos entre la pareja. Por eso en una noche lluviosa, mientras ambos se abrazaban en la calidez de la cama, acompañados por el sonido suave de la televisión y el repiqueteo constante de las gotas en la ventana.

Julián se encontraba recostado sobre el pecho de Enzo, disfrutando mutuamente de su compañía. En ese momento, Enzo no dudó más y sin pensarlo dos veces, le pidió que se mudara allí con él.

No había día en el que Enzo no estuviera feliz por la decisión que tomó. Gracias a ello, había conocido nuevas versiones de Julián, y sin duda su favorita era cuando paseaba por la casa con el pelo desordenado y luciendo una remera de Enzo.

Soltó un suspiro y desbloqueó su celular, con la intención de ver si tenía algún mensaje de su pareja. Para su sorpresa, no tenía ni siquiera una notificación de su parte. Estuvo a punto de guardar su celular, pero al ver la hora en la pantalla, se dio cuenta de que era temprano para la cena. Julián seguro ni siquiera la tenía hecha, por lo que decidió desviarse de su camino.

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Bajó de su auto por segunda vez, ahora frente a la puerta de su hogar. En una mano sostenía su maletín de trabajo, mientras que en la otra llevaba una bolsa de plástico. Se había tomado el tiempo de ir a un local de comidas rápidas para comprar empanadas de carne, las favoritas de Julián.

Abrió la puerta y se adentró en la cocina, esperando ver a su novio allí, pero nuevamente se sorprendió: la cocina estaba vacía y la casa sumida en un silencio.

Se extrañó por eso, así que dejó la comida y su maletín en la mesada. La idea de que Julián se hubiera quedado dormido después de llegar del trabajo le pareció poco probable; el castaño era demasiado enérgico, a decir verdad.

Desajustó su corbata y se encaminó hacia la escalera, pero antes de pisar el primer escalón, un quejido fue escuchado en la planta alta.

El sonido lo hizo quedarse quieto. "Seguro estará soñando", pensó.

Inesperado | Julián x EnzoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora