Y a mí qué coño me importa.
Nada.
En absoluto.
Ni un poco.
...
Entonces por qué cojones no puedo dejar de mirar por el espejo del gimnasio a aquella niña tonta que ha decidido meterse en la zona de musculatura y ponerse a intentar hacer pesas.
A hora punta un puto jueves.
Y sobre todo, en medio de todas esas hienas llenas de esteroides cuya droga es venir al gimnasio a alimentar su ego y competir entre ellos quien la tiene más grande.
Patético.
Pero son el grupo de siempre.
Y no pocos.
Y ahora todos miran y sueltan comentarios entre risas de aquella pequeña chica envuelta en su ropa de deporte vieja y ancha que aparentemente parece absorta de todo lo de alrededor porque lleva puestos unos cascos enormes.
No pasa desapercibido un ser de apenas 1,50 metros de altura por aquella zona, y menos aún cuando viene para quedarse y plantarse en medio haciendo un intento casi ridículo de levantamiento de pesas.
Dios, si apenas podía mover la barra de 20 kilos.
Y encima se pone 10 kilos más en cada lado.
Por eso mismo me quedé mirando aquello.
Primer intento... completamente fallido.
Pero no se rindió tan fácilmente.
Lo volvió a intentar y una y otra vez como si pensara que pudiera lograr levantar ese peso.
No desistió hasta lograr alzar un mínimo las pesas llegando al punto morado de color en su cara.
Pero lo consiguió.
Admito que un sentimiento de orgullo se iluminó en mí.
Yo seguía a lo mío, levantaba unas pesas de mano de unos 60 kilos.
Puede sonar mucho, pero para un tío que supera el metro noventa como yo y que lleva yendo al gimnasio desde que tiene 14 años no lo es.
Pero mi curiosidad seguía perdida en aquella chica.
Parecía cansada después de los muchos intentos.
Se limpia con una toalla y se sienta en un banco al lado de su barra con pesas mientras bebe un poco de agua.
No se ve todos los días algo así.
Pero me empieza a joder de verdad las muchas miradas y risas que le echas los gilipollas de detrás.
Está claro que no la miran como lo hago yo.
Ellos se burlan y se ríen de ella.
Es solo verles un poco y saber de qué pasta son.
Niños ricos de mierdas con la confianza de creerse mejor que nadie cuando están con su manada de mierdas.
Asqueroso.
Tanto que me da rabia que aquella chica ni siquiera se entere de eso.
Menuda tonta.
...
Lo mejor sería que se fuese.
No pinta nada aquí.
Es la comidilla de cualquier gilipollas como ellos.
ESTÁS LEYENDO
Ayudé a una chica en el gimnasio y me enamoré de ella
RomanceSoy un bruto de mierda y no se me da bien tratar con las personas, pero por la portada de esta historia podéis ver que estoy más que jodido.