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Era una tarde húmeda, estos días había estado lloviendo. Iván se estaba poniendo su corbata, este día tenía una reunión muy importante. No debía faltar, trabajaba en una ejecutiva de una empresa que ganaba muy bien, pueda que esté día lo asciendan de puesto
Solo había una cosa mala de esto. Casi no pasaba en casa, y casi no charlaba con su novio, de vez en cuando podían estar mimandose, pero después tenía que ir a un trabajo
Mientras el azabache se peinaba, atrás suyo venía un pequeño castaño
—Ivi, ¿Ya te vas?
—Casi, todavía no, pero tengo que ser puntual.
—¿Puedo ir?—El castaño vió a su novio con ojitos de cachorro, pensaba que si hacía eso podría convencerlo
—No creo que me dejen.—Rodrigo puso una cara triste, Iván lo miro con una pequeña sonrisita, ajusto su corbata y se acercó al de ojitos verdes
—Quizás si puedo, pero te quedas afuera
—¿Cómo un perro?—Rodrigo se indigno, llevo una mano a su pecho y lo miro indignado
—Bueno, a veces pareces, vas conmigo siempre, haces lo que te dicen, y te conformas con todo—Rodrigo alzó las cejas, de verdad parecía un perrito. Amaba los perros pero no quería ser uno
—¡Ya, deja de molestarme Iván!—Rodri le dió un leve empujón a Iván
—Bien, bien, te dejo, rodrichiko
—¡No me agrada!
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Iván conducía mientras Rodrigo estaba a la par suya, se estaba aburriendo mucho
Pensaba en aquel apodo que su amado le había dicho, no era la primera vez que lo trataba así. Pero la primera vez fue en una situación muy comprometedora, esa situación. Hace mucho Iván no lo tocaba o no tenían relaciones, recordar aquello lo llenaba de ganas en ese preciso momento.
