Sin control

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Charlie se paseaba por la habitación que compartían ella y Vaggie, clavándose las uñas en los brazos mientras intentaba pensar. Adam estaba muerto, eso era bueno, ¿verdad? Pero, ¿y si ahora el cielo estaba enfadado con ellos? ¿Cómo conseguiría que su hotel funcionara si había masacrado a la gente de la persona de la que necesitaba ayuda? ¿Cómo demostrará que su hotel funciona? ¿Pueden redimirse los demonios?

El aroma oxidado de la sangre le llegó a la nariz y la sacó de sus pensamientos. Se miró el brazo, donde las uñas habían roto la piel.

Mierda.

Entró en el cuarto de baño conectado a su habitación, se quitó la chaqueta y se remangó las mangas. Se lavó rápidamente las heridas punzantes en forma de media luna del brazo, siseando al sentir el dolor del agua caliente en los cortes recientes. Suspiró antes de abrir un armario y coger unas vendas para vendarse los brazos.

Apoyó las manos en la encimera del lavabo y se miró la cara, no llevaba maquillaje y las ojeras habían empeorado notablemente. Se estaba estresando demasiado. Se salpicó la cara con el agua fría del lavabo y se secó antes de volver a mirarse en el espejo.

Casi grita cuando ve a una persona detrás de ella.

Era ella misma... pero no realmente. Tenía los rasgos de su forma demoníaca, las garras alargadas, la larga cola puntiaguda y los ojos rojo sangre. Los ojos, en lugar de parecer vivos, enérgicos, optimistas o cualquier otra palabra que pudiera usarse para describir a la princesa del infierno, parecían... fríos.

Un escalofrío le recorrió la espina dorsal, y tan rápido como apareció la figura, desapareció. Pero ella seguía sintiéndolo: la mirada vigilante, la oscuridad... Salió del baño lo más rápido posible y vio a Vaggie sentada en la cama.

Debió notar el malestar de Charlie porque le preguntó: "¿Estás bien, cariño? No te ofendas pero parece que hayas visto un fantasma".

Charlie reflexionó sobre si quería preocupar a su novia con esto o simplemente ignorarlo como todos sus otros problemas menores. "Estoy bien, sólo un poco estresada con las... nuevas circunstancias". Rompió la mirada de Vaggie y miró por una de las ventanas de su habitación.

"Lo solucionaremos", tranquilizó Vaggie suavemente, "¿Te sentirías mejor abrazada?".

Charlie no pudo negarse.

Vaggie levantó las mantas como invitación, Charlie se subió rápidamente, enterrando la cara en el cuello de su novia. El reconfortante aroma de su ángel la calmó casi al instante, pero de repente se sintió muy protectora, el demonio que llevaba dentro chillaba. Para tratar de calmar a este monstruo invocó su cola y la envolvió alrededor de la pierna de Vaggie, esto pareció asentar al demonio bajo su piel ya que se durmió rápidamente después.

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