Capítulo 4

37 3 16
                                    

No lo comprendería seguramente, de hecho, hasta ese punto aquel hombre apenas había reconsiderado la osadía que cometió. Terminó resultando que cometió la enorme estupidez de buscar a quién no debería y además, de demostrar su verdadera identidad. Seguramente aquella chica no entendería lo que estaba pasando y mucho menos sería fácil hacer de las suyas.

Siempre era más complicado el asunto cuando la víctima se alteraba o peor, se encontraba en histeria. Por ello cuando se dedicó a observar cada uno de los movimientos de la joven, y la fortuna había decidido ayudarle, la joven más allá del pánico se veía intrigada, sus ojos que transmitían dudas fueron apreciados por el mirar rojizo de Felix, quién pretendería buscar ayudarla para tener su confianza.

— ¿Felix? — Llamó su nombre. — ¿Qué está pasando aquí? ¿Por qué te dijo príncipe? ¿Por qué me llamó grimorio? ¿Por qué... te ves tan diferente...? — la voz dulce y delicada quebrándose, cómo si la desesperación comenzara a tener una forma distinta de manejarse, o simplemente era qué la incredulidad que desprendía buscaba afirmar que todo era falso.

Y cómo una usual escena cliché, ella se abofeteó suavemente su propia mejilla, intentando confirmar que si sentía dolor debía ser por qué no estaba soñando. Pero era inútil, aquello era tan real y sin embargo seguía sin sentirse de tal manera.

— Sakura, sólo acompáñame, te lo explicaré todo. Toma mi mano — aquel había extendido su mano, esperando pacientemente que aquella le tomara. — Por favor...

Murmuró, casi suplicante. Y ella sólo aceptó.

Y cuando se dió cuenta de lo que pasaría, era demasiado tarde para retroceder. No pudo hacer más qué fijar su mirada en el par carmesí que la observaban con fingida ternura, pues si hubiera sido genuina entonces no le hubiera atravesado el estómago cómo si nada.

Ni tampoco hubiera hecho que su dolor quedara ahogado por la incapacidad de gritar o de hablar, pues su voz había sido arrebatada en un suspiro cuando el murmuro en un idioma desconocido fue soltado en el aire. El dolor era horrible, era una sensación que le hacía llorar, desear moverse, gritar, correr o hacer algo más, lo que fuera para no seguir sintiendo tal horror, pero no podía.

Cómo una hipnosis cínica, ella no pudo despegar su mirada de los ojos que con tanta malicia le apreciaban, y cuándo ya no pudo soportar más, sólo quedó una conciencia muerta.

Y entonces, despertó, su vista tardó en adaptarse al escenario que le rodeaba y parpadeó varias veces, hasta entonces finalmente apreciar la rareza de ver un techo tan distinto al de su hogar, pues este tenía decorados dibujados y era de un color crema. Finalmente se reincorporó, la extrañeza del lugar aturdiendo sus sentidos antes de hacer más presente el pánico de no reconocer dónde estaba.

Y sólo hasta después de cuestionarse a sí misma, es que el recordatorio de aquella herida volvió a ella. Tocó su estómago, presionando su mano y esperando una punzada de dolor, pero nada, ni la más mínima sensación de incomodidad, no existía rastro alguno de que aquella herida fuera hecha, pareciendo en algún punto que tal vez, sólo lo había soñado.

Pero había algo que no podría negar, algo que demostraba ser tan cierto y real.

Veo que despertaste... te tomaste tu tiempo y por un momento me preocupé... — aquel mencionó, ingresando en la habitación sin aviso alguno y acercándose a la cama, sosteniendo con una sola mano una bandeja reluciente que traía consigo una jarra de agua y un vaso vidriado de bellos patrones florales. — Tras pedirte que me acompañaras te desmayaste sin más... imagino que debió ser el shock que te provocó

My.......heart?...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora