El jardín de las estrellas

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La princesa se disponía a elegir su corsé para esa noche salir al gran baile del palacio de la Luna. Olía al perfume que los mismos ángeles habían embotellado para aquella delicada pero afilada belleza en un frasco de cristal rosa donde se podía leer "Adidas".

El carruaje ya estaba en la puerta cuando descendió por la mágica escalinata de su edificio.

Su príncipe había venido a buscarla, pero ella solo pensaba en encontrar a la doncella que bajo el embriagador dancehall en el gran salón, deleitara sus labios con un beso de fresa.

Al llegar al palacio de paredes oscuras y luces estroboscópicas, levitaba sobre el suelo que tantos sueños había creado y roto a la vez. Sus reales tacones de cristal ya eran parte del cosmos y las nebulosas que en aquella sala infinita revoloteaban al son de los grandes y potentes altavoces.

La vio al atravesar el gran palacio de decibelios en los que estaban inmersas esas dos almas. Se miraron y el verdadero gran baile comenzó.

Un waltz de miradas, movimientos sensuales acentuados por sus tan trabajados ropajes que resaltan la seguridad en sus almas.

La distancia se acortaba mientras los vapores del olvido y la ensoñación se acumulaban en el ambiente, la bruma junto con los rayos de colores, recreaban en jardín del edén en las aterciopeladas y cálidas pieles de aquellas que se deseaban.

Las estrellas, astros y cuerpos celestes del universo entero se encontraron en el centro de dos rosas perladas, esas rosas que juntas eran la envidia de los dioses creadores del todo.

El silencio ensordecedor apareció en la faz de nuestra amada princesa cuando dos puñales se clavan en sus valiosísimas ventanas que ya no dejaban regalar su alma a la otra hermosa criatura.

El príncipe, olvidó cómo amar. El príncipe fue herido de muerte por la ponzoña más vil que la historia ha conocido. El príncipe ya no era príncipe, era un ser con la mirada muerta puesta en ellas.

Como el más sanguinario y brutal fenómeno de la naturaleza, aquella amalgama de demonios se arrastró derribando a los asistentes de la velada hasta llegar a su presa.

Presas del pánico, decidieron armarse de amor y hacerle frente a la bestia.

-Prometedme que todo irá bien-

Se miraron fijamente.

-Solo a vuestro lado mi ser sigue soñando, le ofrezco mi último aliento de vida si es menester-

Esta es la historia que bardos y juglares cantaban a todo ser que se cruzaban y en cada ciudad por la que pasaban. La historia de la princesa de la Luna y su estrella más preciada.

Cuentan que fueron capaces de encerrar a la bestia en los infiernos más profundos y ahora habitan su palacio en la Vía Láctea.

Yo se que las princesas se han unido para siempre y miran con ojos de fuego al amanecer de una nueva vida.

El jardín de las estrellasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora