In Sex To

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Aquella llamada fue el final de la locura. Ninguna persona en sus cinco sentidos hubiera podido hacer todo lo que Madeleine planeó e hizo junto Travis. deseaba tanto poder cumplir su sueño de ser madre y, tenía toda la esperanza puesta en el chico equivocado, muchas veces estuvo cerca de lograrlo, pero si Travis no estuviera tan obsesionado también, hubiera tenido la posibilidad de por fin, poder ser la madre que siempre quiso ser. Sin embargo, Travis también quería conseguirlo todo, nunca en su vida había conocido a una persona tan perfecta como Bill, algún tiempo atrás tuvo a una persona maravillosa, aún así no llegaba a la perfección de la que Bill era dueño, esa persona con la que Travis compartía todo, dio su último respiro hace diez años exactamente, en lo brazos de Travis. El problema era su obsesión, la obsesión hacía que ese chico perdiera todo juicio, no podía imaginarse a Bill o a Joe entablar conversación con alguien más, debía ser él el único al que ambos par de ojos se pudiesen enfocar. Él debía ser el centro de atención, nadie más.

Tom llegó al hospital un par de horas después, Charlotte estaba en la sala de espera con una linda enfermera, ella la acompañaba hasta que él llegó. El doctor que atendía a Bill explicó que no era nada grave, solo tenía fracturas de costillas y laceraciones en el rostro, mismas que podía arreglar un cirujano plástico. Al parecer, Travis no pudo cometer el mismo error que hace diez años, esta vez, aunque estuvo cerca, no pudo hacerlo gracias a la pequeña que seguía sentada con los brazos a cada lado de la silla.

—¿Estás bien, cariño? —preguntó el papá dudoso.

—Sí. Quiero ver a mi mamá —aceptó.

—La llamaré.

Tom se puso de pie y marcó el número de Lea, en cuanto respondió comenzó a explicarle lo que había pasado y aceptó a ir al hospital de inmediato.

Ella llegó unos minutos después, se quedó en la sala de espera con su hija mientras Tom iba a visitar a Bill en su habitación.

Lucía muy mal, en la cama con esa manguera de oxígeno en su nariz, una intravenosa en su brazo y esa máquina que hacía ruido cada segundo. Sus ojos se llenaron de lágrimas porque no podía pensar en otra cosa más que la escena en la que era golpeado salvajemente, todo lo que había en su cabeza en ese momento era esa persona haciéndole daño. No podía imaginarse a su hija adentro llamando a la policía, no podía conectar todo aquello, era abrumador y le producía mareos y náuseas. Las lágrimas pronto salieron de sus ojos, resbalaban por sus mejillas hasta tocar la comisura de sus labios, otras llegaba a su cuello, y otras más, las obstinadas, corrían hasta llegar al suelo, en ese momento, creyó que si no hacía lo que de repente apareció en su mente como una luz cegadora, caería en un abismo de culpa y arrepentimiento. El próximo paso que dio fue el salir de la habitación, buscó rápidamente en su celular el número de alguien y llamó, su abogado respondió solo para confirmar que haría todo lo posible por encerrar a Travis y a Madeleine.

Tom finalizó la llamada sabiendo que su bogado iba a hacer hasta lo imposible para encerrarlos, había muchas pruebas y por lo sucedido anteriormente, ya había demasiados testigos. Resultaría fácil, demasiado fácil, porque Madeleine no era una mujer tan meticulosa como para no dejar pruebas. No, era más bien una mujer impulsiva que tomaba como arma a una persona apasionada, ambos, juntos, actuarían de la peor manera.

El muchacho tomó un banco y se sentó junto a la cama de Bill, él permanecía inmóvil, respirando del oxígeno que el hospital le proveía. Las manos de Bill yacían encima de las mantas, Tom le acarició una de ellas para hacerle saber que estaba a su lado. Tal vez él no lo veía, pero estaba seguro que podía escucharlo. Deseaba que lo escuchara porque estaba pidiéndole disculpas. Estaba sintiéndose en verdad muy culpable, lo había dejado en la seguridad de su casa, lo había dejado ahí, ¿cómo había sido posible? ¿Qué hubiera pasado si Charlotte no hubiera llamado a la policía?