Capítulo Único

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• Este os ya lo había publicado en el abecedario pero decidí que debía tener su propia publicación y portada.

Hanji Zoe; líder de escuadrón y científica de la legión de exploración, llevaba ya un tiempo luchando con un pequeño problema de Hanahaki

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Hanji Zoe; líder de escuadrón y científica de la legión de exploración, llevaba ya un tiempo luchando con un pequeño problema de Hanahaki.

Había investigado en miles de libros la forma para curar aquella enfermedad que la hacía escupir pétalos pero nada servía. Incluso había experimentado con su propio cuerpo e ingerido remedios raros hechos por ella misma, pero todo había sido en vano.

La única forma para curar el Hanahaki era ser correspondida o simplemente dejar que las raíces se extendieran por su cuerpo hasta ahogarse en la desilusión y morir de amor, algo fantasioso pero real.

Es por eso que Hanji tenía la certeza de que estaba realmente perdida.

Se había enamorado nada más y nada menos que del capitán más amargado y gruñón de toda la legión: Levi, apodado como el soldado más fuerte de la humanidad.

Pero no la malentiendan. Levi y ella eran cercanos y bastante unidos, no por nada había terminado por enamorarse de él, cosa que había sido un error fatal pues realmente no había tiempo para pensar en cosas absurdas como el amor.

Lamentablemente su corazón no pensaba igual.

Aún recordaba como se había acercado a él y a sus dos amigos; en aquel entonces le había parecido alguien esquivo y frío pero que poseía una belleza exterior innegable y pronto descubrió que tal bella también era interna.

Desde un principio pensó en él de manera platónica e inocente pero esto solo se acrecentó con el tiempo y ni siquiera fue consciente de ello.

Podía pasar horas y horas siendo iluminada por la luz de una vela mientras le hablaba sobre sus descubrimientos y él se quedaría allí, escuchándola sin más.

Siempre atento a todas sus habladurías aunque no les entendiera del todo.

Algunas veces ella se quedaba encerrada en su laboratorio por días concentrada en sus experimentos y él siempre se mantenía al tanto de ella, de su alimentación, de su limpieza...

Las mejillas de Hanji se tiñeron al recordar todas aquellas veces en las que el capitán se atrevió a darle un baño.

Él conocía su desnudez y eso la preocupaba; no era por vergüenza a su propio cuerpo, sino porque jamás vio en él algún índice de lujuria, lo que significaba que no veía en ella ni siquiera un deseo carnal.

Sumado a eso; el hecho de haber escuchado por error al capitán mientras le decía a uno de sus subordinados que "jamás gastaría su valioso tiempo en tonterías de parejas mientras el mundo se caía a pedazos", después de que este le preguntara que pensaba de la nueva cadete.

Aquello terminó con las mínimas esperanzas de Hanji de ser correspondida y muy pronto de se vio así misma vomitando pétalos amarillos bañados de sangre.

HANAHAKI •|LeviHan|•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora