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Abigail

— Abigail — escuché como una voz pronunciaba mi nombre con algo de rabia. Sabía quien era y no iba a permitir que él me mandase.

 — Abigail vamos, sabes que no puedes hacer eso— continué ignorándole y fui con los demás.

Anna y María estaban sentadas en la sala de reuniones junto a Matías, Alma, Lía y Rocko. Alexander ya cansado de haberme estado persiguiendo durante casi toda la mañana, fue con su esposa y se sentó a su lado mientras yo empezaba a dar vueltas por toda la habitación 

— Ey, ey, ey, Abi tranquila — dijo María agarrándome del brazo intentando tranquilizarme 

— ¿¡Cómo voy a estar tranquila sabiendo que esa panda de hijos de puta han matado a la única persona que nos ayudaba!? — comenzaba a estar muy alterada. Enterarme que habían matado a Erika me había destrozado. 

Erika estuvo muchos años con nosotros ayudándonos a combatir a la mafia Holandesa. Ella antes era la jefa de la mafia Irlandesa pero vino con nosotros porque aún sabiendo que somos cuatro mafias contra una, es una mafia demasiado peligrosa. 

Ellos la mataron un día que venía hacia mi casa de camino y al enterarme, prometí por mi vida que iría a la sede de esa jodida mafia y  yo misma me haría cargo de matar a la jefa. 

— Abi — me llamó Lía — sabes que enfrentarse a esa mafia tú sola puede ser muy peligroso.

— Lo sé, pero creo que después de haber estado varios años aguantándola podré con ella.

— No dejaré que te enfrentes tú sola a Raquel, Abigail. — dijo Matías acercándose a mí algo serio.

— Llevo años aguantándola. Estoy harta de no poder enfrentarme yo sola a ella sabiendo que está pudiendo con cuatro putas mafias.

Tras decir eso, salí de la habitación. Escuchaba pasos detrás de mí pero lo ignoraba. Sin querer, choqué con alguien. No me había dado cuenta de quien era hasta que la miré a los ojos.

— ¿Elena? — miré a mi hija 

— ¿Mamá? ¿Estás bien?

— Sí cielo, no te preocupes. Luego nos vemos. 

— Bueno... Está bien.

Le di un beso en la mejilla a mi hija y me fui aún algo cabreada 

Elena 

Mi madre estaba rara. 

Se le ve bastante nerviosa y sé que eso no es bueno ya que ella puede pasar de estar muy nerviosa a tener uno de sus famosos ataques de ira.

Mi tía y su mafia tiene a todos dando vueltas. Todos quieren derrotarla pero ella tiene una mafia demasiado fuerte.

Fui junto a mis hermanos y los hijos de los demás. Todos sabemos que son varias mafias y somos familias diferentes, pero llevamos tanto tiempo conviviendo juntos que nos tratamos como si fuéramos una sola familia junta.

De todos los hijos, yo fui la primera y aunque todos pensaron que yo sería la futura heredera de alguna de las mafias de mis padres, en realidad me enamoré de la medicina. Estudié la carrera en Estados Unidos ya que tenía la mafia de mi padre vigilando y así todos estarían más tranquilos. Siempre que alguno necesita ayuda terminan acudiendo a mí. Solo mi hermana Alexia es capaz de heredar alguna de las dos mafias de mi familia ya que fue la única que estuvo entrenando para ello.

— Elena — escuché a alguien decir mi nombre. Era Lucía, una de las hijas de María. Ella es bastante amiga mía y la quiero como a una hermana.

— Luci, ¿todo bien?

— Sí bueno, supongo

— ¿Supones? ¿Ha ocurrido algo?

Se quedó callada. Era raro pues siempre que ocurría algo ella me lo contaba. Vi como mis hermanos se acercaban corriendo. Alexia iba casi llorando y Álvaro tenía un ataque de nervios bastante grande.

— Elena, por favor — mi hermano no podía casi ni hablar

De repente, un golpe se escuchó y todos nos miramos. Rápidamente agarré todas mis cosas y subí al piso de arriba 

María

Abi estaba teniendo un ataque de ira. 

Llevaba muchos años sin tener uno y ahora nadie podía calmarla. Elena y los demás vinieron corriendo tras escuchar el golpe.

— Mamá por favor cálmate — Elena estaba intentando calmar a su madre. Ella era médica y sabe que hacer ya que heredó esta mierda también. Los ataques de ira de Elena eran más tranquilos que los de su madre y siempre intentaban calmarse la una a la otra. Sin embargo, esta vez le estaba costando más que nunca conseguirlo.

— ¿¡Cómo quieres que me calme Elena sabiendo que tu tía ha matado a Erika?! — Abigail comenzó a gritarle a su hija. Estaba demasiado nerviosa como para poder hablar con alguien ya que no hablaba ella si no que hablaba la ira que tenía dentro.

Me acerqué a Abigail y le puse la mano en el hombro. Ella al notarlo se apartó de inmediato y al darse la vuelta parecía que tenía ganas de atacar. Solo al darse cuenta de quien era paró de inmediato. 

Si hay algo que Abi no se perdonaría en la vida sería hacerme algo. Ella en más de una ocasión me ha dicho que si algún día llegase a saber que me hizo daño sería capaz de dar la mafia a otra persona y quitarse la vida. 

Abi y yo siempre estuvimos muy unidas y en momentos como este aún más. 

Ella comenzó a calmarse. Cuando esto ocurrió, Matías guardó la inyección para calmar a su mujer en el bolsillo de la chaqueta de su traje negro. Las inyecciones son para cuando ya no puede calmarse y llega a matar a alguien.

La vez que tuvimos que ponerle una de esas inyecciones, ella calló desmayada por horas y en ese instante dijimos que solo las utilizaríamos cuando ya fueran casos extremos. 

Elena comenzó a revisar a su madre asegurándose de que estuviera bien ya que estos ataques de ira suelen dejarla mareada. 

— Está bien, solo hay que dejarla descansar —dijo Elena llevándose a su madre hacia su habitación. Matías junto a Alexia y Álvaro las acompañaron y la familia Miller Gómez desapareció por el fondo de los pasillos.

Alexander suspiró y se giró para mirar a su mujer, Alma le miró y sus hijos aparecieron por detrás.

— Papá, mamá, ¿todo bien? — preguntó Alana. Los dos miraron a sus hijos pero sobre todo miraron a su hija. La chica los miró con algo de miedo y para que nada ocurriese en ese momento, Nicolás intervino.

— Será mejor que nos vayamos. 

Ninguno dijo nada y los cuatro se fueron. Alana iba cabizbaja pues al parecer no quería mirar  a sus padres. A parte que siempre que ella miraba a sus padres los miraba con miedo. En esa familia estaba pasando algo malo y los que más están sufriendo son sus hijos y se nota.

— Oye María — escuché que Lía me llamaba y la miré — siento que los castro están raros. Alana siempre mira a sus padres con miedo y cuando parece que Alexander va a decirle algo siempre termina interviniendo Nicolás.

— Sí yo también lo he notado. Alexander no está como siempre. 

— Eso debemos averiguarlo. Más que nada por el bien de sus hijos.

— Pues sí porque por mi parte Alexander y Alma pueden irse a la mierda. Me importan más sus hijos. 

— Pues listo, ya tenemos algo más que hacer. 

Las dos reímos. Acordamos que mientras yo ayudaba a intentar derrotar a la mafia holandesa, ella intentaría descubrir lo que pasa en la familia Castro Lambert. 

Esto a partir de ahora se pondrá interesante. 

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⏰ Última actualización: Apr 16 ⏰

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