Prefacio

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Es verano. El calor respira y exhala vapor en su nuca. Lagrimas de sudor resbalan por su frente hasta unirse por debajo de su barbilla y caer hechas una en medio de sus clavículas.

Abraza fuertemente el libro que a pesar de prometerse a si misma que terminaría lo antes posible para pasar al siguiente de la saga, no ha podido al distraerse constantemente con el protagonista de su propia desdichada historia.

Y con el que se va a reunir en unos cuantos minutos.

Siempre se dice que no espere demasiado, que no se haga ilusiones. Pero cada vez que ve su sonrisa y su clásico estilo de chico desvergonzado, no puede evitar sentir su corazón contristado y humillado por las claras emociones persistentes.

¿Podría algún día cambiar?, ¿Podría mirarlo alguna vez sin sentir que sus dedos se entumecen tanto como sus mejillas se acaloran?

No lo creía posible. Tal disparate está muy lejos de la realidad. Después de todo, lleva enamorada del mismo chico desde que era tan solo una niña.

Suspira echando una ojeada al cielo; las tres de la tarde no es un horario propicio para debatir internamente sobre qué hacer con su situación. Lo mejor es estar tranquila por ahora y despotricar en la noche, ¿No es así?

Aparentemente no, ¿Pero qué puede hacer ella?

A unos pocos metros de llegar a la cafetería en la que habían acordado encontrarse, Victoria checa su reflejo en la vitrina de un local, asegurándose que su maquillaje no se haya corrido ni que su cabello se haya esponjado de más a causa de la humedad.

Satisfecha con su apariencia, acorta los pasos que le faltan para dar con la puerta de su destino y exclamar como regularmente hace:

— ¡Christ–...! —su voz es cortada por la imagen que se reproduce ante sus apabulladas retinas.

Christian ha traído nuevamente otra pareja con la que seguramente jurará que todo será diferente. Christian, arrulla entre sus brazos y mima con sus besos al chico de vestimenta estrambótica que susurra lo inimaginable en su cuello.

Victoria parpadea incontables veces para espantar el escozor y buscar la calma en medio de esta renovada tormenta.

¿Cuánto más tiene que tolerar aquello?

No obstante, la idea de no tenerlo en su vida incluso como un buen amigo, es amargo y dolorosamente sórdido. Por lo que, emula una gran sonrisa tantas veces practicada ya y se acerca a ellos entre risas que se transforman armoniosamente en charlas entretenidas.

Christian tiene un nuevo novio. Es un hecho.

Otro más que deberá anotar en la lista secreta que puntea desde que decidió seguirlo a la preparatoria. Donde deberá apostar consigo misma cuánto durarán esos dos en esta ocasión.

¿Un mes?, ¿Tres meses? O la catastrófica pero añorante cifra de... ¿Una semana?

Se regocija con la idea, siendo ésta un bálsamo para la llaga que no hace más que crecer y crecer en su pecho.

Sin embargo no todo es tormenta.

Victoria se halla profundamente agradecida con Christian; puesto que si no fuera por la vista y oídos sordos de él... Ciertamente ella no sería la gran acaudalada actriz de dramas que es hoy en día.












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