CAPÍTULO I

13 1 0
                                    

Victoria's  POV

Un nuevo libreto me es entregado. Otra idílica historia de romance donde la protagonista trae a sus pies a todo aquel hombre apuesto, rico o pobre que se le antoje. Dejando un océano de corazones rotos pero doblegados que harían hasta lo imposible por "verla feliz".

Esto no puede ser más estúpido.

Repaso las líneas una y otra vez, asintiendo con mi cabeza en dirección hacia mi representante para aceptar el nuevo protagónico.

El hedor a alcohol no se desprende de mi aliento sin importar cuántas veces haya bebido jugo de naranja puro.

Kendall deja una pequeña pastilla junto con un vaso lleno de agua en el tocador al otro lado de la habitación.

— ¿Por qué me obligas a levantar de la cama? —murmuro enfurruñada, sacando las sábanas que envuelven mi cuerpo— ¿Qué no ves que hoy como nunca no puedo con mi propia existencia?

Kendall ríe, encogiéndose de hombros para luego acercarse a mi y ayudarme a salir de entre las colchas, colocándome en pie apropiadamente.

Le doy las gracias, yendo en un caminar arrastrado hasta el tocador. Bebo el agua y tomo la pastilla, tragándola con una mueca.

Veo mi semblante en el espejo. Despeinada y con baba seca en las esquinas de mis labios.

— El rodaje comenzará en una semana, será mejor que aliste sus maletas y se pase un día en el spa.

Mientras Kendall notifica lo que debo hacer, teclea en su móvil lo que me imagino es la cita en el spa.

— Muy bien, vendrán por usted a las cuatro de la tarde. Por favor esté lista.

Bingo.

No contesto, desenredando la maraña de nudos en mi cabello con el cepillo.

— Por cierto, señorita. ¿No cree que ya está muy vieja para seguir estancada en la misma página?

— Qu... ¡¿Qué?!

Mi boca se abre buscando qué decir.

Más el shock por lo que ha dicho no me permite formular alguna respuesta.

¡¿Se ha atrevido a llamarme vieja?!, ¡¿A mi que tengo cara de bebé?!

— No me malentienda, dentro de dos años tendrá treinta. ¿Eso no es alarma suficiente para que vea por algo mejor? —resonga ladeando su cabeza, sus ojos fijos en los míos— Si lo que le gusta la hace vomitar, llorar y embriagarse hasta olvidar quién es usted; entonces eso no es lo que en verdad necesita.

— ¿Tu qué vas a saber lo que me conviene o no? Solo eres mi representante, limitate a ello.

— Mhm. Es cierto, soy su representante. —reafirma abriendo la puerta—  Pero no puedo negar lo que estoy viendo, va en contra de mi moral no advertirle antes de que termine desmoronandose.

Cuando ya está con medio cuerpo del otro lado del marco, se gira.

— Si usted muere por depresión e intoxicación a causa del alcohol por ese hombre, me quedaré sin trabajo. ¿Con qué dinero le compraré buenos zapatos y comida a mi madre si usted me abandona? —luego de tal declaración risueña, se va. Dejándome con una sensación hueca y agria, un sinsabor en la boca que se refleja en la sonrisa que no me doy cuenta que florece en mi rostro sino hasta que alzo la mira a mi reflejo.

Patética. Terrible, terrible, terriblemente patética.

Lo siguiente que sucedió en ese día no tiene registro en mi memoria hasta que mis amigas hacen aparición con sus escandalosas carcajadas, chistes de mala muerte y bombardeantes e impudorosos consejos que no les pedí en ningún momento pero que les divierte darlos de a gratis por la agonía rastrera que me causa.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Mar 23 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

TELL ME I'M NOTDonde viven las historias. Descúbrelo ahora