Prólogo: Kanako Ishikawa

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─ ¡Maldición! Creí que las había puesto en mi bolso ─ dije nerviosa mientras buscaba adentro de los alrededores de mi bolso de mano las llaves de mi apartamento.
─ Acabo de regresar del trabajo y no encuentro mis llaves... Vaya mierda de descuido ─
De repente recordé que suelo dejar una copia de las llaves de mi apartamento debajo de una maceta decorativa del lado de la puerta.
─ ¡Es cierto! ─
Buscando minuciosamente y levantando con cuidado la maceta, encontré la susodicha copia.
─ Que suerte... De las pocas veces que he tenido suerte en mi vida ─ suspiré profundamente. ─ Sería vergonzoso el estar tocando la puerta de la propietaria cada vez que se me olvidan las llaves para que pueda tener acceso a la puerta de mi apartamento (y aún peor... A altas horas de la noche, lo considero bastante grosero). ─
Tomé la copia de las llaves y procedí a abrir la puerta para ingresar a mi hogar.
Caminé unos pasos desde la entrada después de pisar el felpudo, cuando me quedé quieta en un instante...
El pensamiento que tuve hace unos momentos... ¿Suerte? La verdad es que casi nunca la he tenido.
Me disocié por algunos momentos en la pequeña sala de mi apartamento pensando en el desastre que era mi vida:
Tengo deudas que aún no he podido pagar y mi sueldo no es tan bueno para solventar algunos gastos (pero al menos me da lo necesario para no estar en la calle). Mi padrastro tiene mucho dinero... Pero no pienso pedirle ni un centavo para darle fin al asunto, nunca he tenido una buena relación con él debido a sus tratos en el pasado, y actualmente sigue comportándose de la misma manera...
Él me odia y el sentimiento es mutuo.

Mi nombre es Ishikawa Kanako. Tengo 25 años.
Trabajo como cajera en una tienda de conveniencia durante casi toda la semana y solo tengo un día de descanso que es forzosamente entre semana.
La tienda está abierta las veinticuatro horas del día, normalmente me toca el turno vespertino junto con otro compañero (es común que esté con Inoue - kun la mayoría de las veces). Me encargo de hacer el corte de la noche, espero a mi compañero del turno matutino y me voy directo a casa a descansar.

Mis problemas emocionales empezaron desde que asistía a la preparatoria: En mis años en el instituto, tuve la desgracia de sufrir acoso escolar por parte de un grupo de compañeros de clase (lo recuerdo como si hubiese sido ayer).
"Satomi" era la chica que se encargaba de molestarme principalmente con dicho grupito (ella era la "jefa", la "líder", la "principal" por llamarlo de alguna manera).
Pero... No sé porque me torturo yo sola recordando momentos dolorosos del pasado.... En vez de recordar eso, mejor debería pensar en que no estuve sola del todo... Mi mejor amiga desde ese entonces hasta ahora, Mizunori Yūka, me hizo ver que no todo estaba perdido del todo; ella me dió buenos consejos para salir adelante con todas las miserias que pasaba aquella vez...
No recuerdo exactamente como fue que a duras penas logré llegar hasta ahora, pero aquí estoy tratando de llevar una vida lo más normal y cotidianamente posible.
No pude continuar con mis estudios en la universidad porque no me sentía con ánimos, así que tomé la decisión más difícil de ponerme a trabajar para no tener que lidiar con más problemas... El regresar a estudiar me causaba muchos traumas.

Cerré los ojos unos instantes... Inhalé y exhalé para intentar relajarme y "aclarar mi mente".
Camino unos pasos lentos hasta mi habitación y procedí a colocar mi bolso de mano en el perchero.
El cansancio me tiene muerta... Solamente me tiró de golpe en mi cama a mirar el celular antes de tomar un baño, comer una pequeña cena y dormir.
Me acurruco de lado derecho y comienzo a leer los mensajes de texto.
─ Vemos... Tengo varios mensajes acerca de los préstamos que aún no he saldado... ─ era absolutamente normal ver cientos de mensajes y correos sobre las deudas pendientes.
Estuve checando un gran rato los mensajes, cuando uno de ellos llamó mi atención al darme cuenta del remitente.
─ ¡Tengo un mensaje de Kenzo - san*1! ~ ♪ ♥ ─ Dije felizmente y sonrojada mientras acariciaba mis mejillas al mismo tiempo. 

Diez semanas de lujuria fatal | ~ En curso ~Donde viven las historias. Descúbrelo ahora