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03Du gehörst mir, Kleiner

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Du gehörst mir, Kleiner.

El miedo que recorría mi cuerpo no se podía comparar con nada. Todo era extraño y solo mi mente se preguntaba una cosa.

«¿Quien carajos es Tom?» decía mi cerebro mientras entraba a la habitación después de haber llegado del hospital. Miraba fijamente mis piernas con las marcas de las fuertes garras de ese demonio, no entendía como carajos mi padre no podía mirarlas y yo fuera la única que podía hacerlo.

Me pongo a pensar... ¿Y sí de verdad tenemos un laboratorio en casa? ¿Y sí de verdad hay una maldita zona de experimentos debajo del piso?  Me preguntaba muchas cosas locas en la cabeza, pero tenía que armarme de valor para investigar sobre Tom.

Había llegado a casa después del hospital. Aun con el miedo recorriendo mis venas, no podía soltar de mi mente la imagen de aquel chico dibujado en la hoja. Ver cómo la hoja se prendía fuego en mis manos provocando una quemadura leve en mi dorso fue horrible... Terrorífico.

El reloj marcaba las 12 de la noche y papá se colocaba el traje de científico, mientras yo me quedaba sentada en la sala de la casa, llena de miedo, no quería quedarme sola y mucho menos ahora. Menos en estos momentos en donde un demonio estaba persiguiéndome al punto de haberme mandado al hospital. 

 —¿De verdad me vas a dejar aquí sola? ¿No puedes ir mañana u otro día al laboratorio? —le pregunto asustada, mis piernas temblaban y no sabía qué hacer.

—Tengo que hacerlo, cariño, me esperan para revisar un nuevo antídoto que creamos para ciertos experimentos y requieren de mi ayuda, lo más probable es que llegue en la madrugada — él me responde mientras se coloca la bata y aquella cédula de científico donde decía "Doctor Hoffman".

Miro a todas las ventanas de la sala, siento que Tom me mira, que me observa a cualquier camino a donde vaya. Mi miedo y mi fobia a quedarme sola en casa comienza a ser más graves cuando papá me da un beso en la frente y toma las llaves de su coche para poder retirarse al trabajo en estas horas tan peligrosas y sospechosas. 

 —Regreso en la madrugada, espero verte dormida cuando entre por esa puerta —bromeó, pero yo no estaba de humor para bromear en estos momentos, desde que ese maldito chico de las grandes garras me intimida, nunca lo he estado.

Escucho cómo cierra la puerta y fue ahí donde todo mi cuerpo empezaba a sudar con fuerza. Una gota se derrama por mi frente y me abrazo a mí misma mientras miro alrededor de la casa. 

No quiero ponerme de pie porque me da miedo toparme con Tom. Me da miedo su presencia demoniaca y todo lo que tenga que ver. Miro el oscuro pasillo que tengo en frente mientras subo los pies al sillón, me daba tanto miedo la oscuridad de esta casa que la sospecha de que mi padre tuviera un laboratorio debajo de la casa era tenebrosa. Ahora entendía por qué nuestra casa estaba casi a las afueras de la ciudad, en un bosque donde el pueblo era muy pequeño, donde la mayor parte de la gente se mantenía alejada y oculta de la sociedad para comodidad propia. 

SICK RESURRECTION | TOM KAULITZDonde viven las historias. Descúbrelo ahora