Si el mundo pudiera hablar y hacer un concurso sobre quién es su persona favorita, definitivamente yo no lo ganaría.
Segundo año de universidad, primer día, y voy tarde.
Es algo muy curioso, normalmente en las historias que leo la protagonista siempre llega tarde a algún lugar, solo que yo no me encontraré con un Luke howland.
La noche anterior me quedé despierta hasta las 00:30, tuve seis horas de sueño. Logré ocultar las ojeras que no eran muy pronunciadas, y me arreglé lo más que pude, mientras que rápidamente metía libros al bolso sin revisar si eran los correctos.
Lo se, doy un mal ejemplo, mi madre siempre me decía que dejara todo preparado un día antes. Pero mi madre no estaba, solo estaba yo, mi perro y mi alarma contra el mundo.
El reloj marcaba las 06:55, y debía estar en el salón a las 07:00, y aunque el hotel en el que me quedo está a sólo seis minutos de la universidad, debía salir corriendo y pedir un taxi.
Si, llegaría unos minutos tarde, quizás parece poco pero tomando en cuenta que la primera clase era historia y me toca con el señor Greco, era un gran problema.
Saqué el celular de mi bolso mientras estaba en el ascensor y llamé un taxi, al bajar al primer piso me dirigí apurada a la salida, mientras que el taxi se demoró cuatro minutos en llegar.
El viaje duró justo seis minutos, la pantalla de mi celular marcaba las 07:05, bajé rápidamente pagándole al chófer y corrí hasta la entrada del edificio.
Subí las escaleras a un ritmo acelerado mientras saludaba a algunas personas que encontraba en mi camino, hasta que finalmente llegué al piso tres.
Al estar allí, recordé algo importante.
Había ascensor en el edificio...
Bufé irritada pero me calme antes de acercarme a la entrada del salón de historia.
Me quedé mirando quienes estaban, todos eran conocidos, excepto uno.
Frente al salón se encontraba un hombre, le calculé más de 25, tenía el cabello peinado hacia atrás, con su pulcro traje, que consistía en una camisa blanca remangada que dejaba al descubierto sus antebrazos, y un pantalón negro que era sujetado por un cinturón de plata y cuero.
Este desconocido daba un aire autoritario y demandante, todos le prestaban atención a sus palabras mientras que él observaba a cada uno con una mirada desafiante, como si les dijera "son unos burros, no se qué hacen en mi clase".
Mis pensamientos analizando al hombre fueron interrumpidos por un montón de miradas que se quedaron posadas en mi, y una de esas era de él. No pude evitar hacer contacto visual con sus ojos, eran diferentes.
- Señorita, ¿Se le perdió algo? - preguntó con voz grave sin quitar sus ojos de los mios.
- Ehh... Son morados.
"Estúpida" fue lo que me dije a mi misma al notar las palabras salir de mi boca.
- Si, tengo claro el color de mis ojos, gracias. Pero yo me pregunto que hace usted allí.
- busco la clase de historia, pero creo que me he confundido.
- No se ha confundido, esta es la clase de historia - dijo acercándose a la puerta, donde estaba yo.
- Pero... ¿Y el señor Greco? - mi voz sonó cada vez más débil con cada paso que daba llegando hasta mi.
- Pidió licencia, se encontraba mal desde hace como una semana. Soy su profesor suplente. ¿Algún problema con eso?
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Clases Particulares
RomanceUna clase de historia, una alumna obstinada y un nuevo profesor suplente ultra sexy. ¿Que es lo peor que puede pasar?, pues quizás que ambos se dejen llevar por la lujuria y corran peligro de ser encontrados.