prólogo

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—Esa es la verdad, lamento que hayas creído otra cosa toda tú vida.

Con lágrimas en los ojos lo miro, y saco fuerzas de dónde no tenía para levantarme del suelo.

— No es cierto; no puede ser esa la razón, ¡es imposible! —digo más para mi misma que para el

— creelo, porque ya no tenemos razón para ocultar nada— dice con tranquilidad.

Me seco las lágrimas con el dorso de la mano y después de unos segundos tomo aire y reuno el valor que necesitaba para hacer la pregunta que me estaba carcomiendo por dentro.

— ¿En serio nunca signifique algo para ti?— pregunto con la esperanza de que me dijera que no era cierto— Nunca sentiste ni un poco de cariño por mi —insisto por última vez.

Bufa con exasperación.

—Después de tantos años en dónde lo único que hice fue llenarte de mentiras todavía insistes en eso del cariño — suelta una risa burlona— que patética.

Sentía un gran vacío en el pecho, que se iba haciendo cada vez más grande con cada palabra que decía.

arruga la cara

— no tengo idea de cómo pudiste permanecer tanto tiempo con nosotros y no aprender nada— niega decepcionado— mi esposa no te supo criar bien— se da la vuelta y con tranquilidad se sienta detrás del escritorio. Junta las manos y me mira— Si eso era todo puedes retirarte "Señora Emily". Y te agradecería que no vuelvas a aparecer por aquí —endurece su expresión — YA NO FORMAS PARTE DE MI FAMILIA.

Remarca cada palabra con dureza.

Toma unos papeles de una carpeta y da por terminado el tema.

Tenía un nudo atorado en la garganta que me impedía hablar o moverme de dónde me encontraba. Creo que una parte masoquista de mi necesitaba escuchar todo lo que el dijera, para entender que soy para ellos en realidad.

Después de algunos minutos en los que permanezco en silencio, alza la mirada dándose cuenta de que sigo aquí, me observa por unos segundos y se revuelve el cabello con frustración.

— ¿Sigues aquí? — suena más como una afirmación que como una pregunta.

Trago grueso.

— Yo...

Observó a través de la ventana evitando su mirada.

— ¿Qué pasa? Creí que ya había sido claro. ¿No conoces la salida? Creí que ya la conocías muy bien— señala puerta.

Me muerdo los labios y me doy la vuelta, camino en busca de la puerta de salida; pero antes de salir digo en voz alta.

— Sabes... toda mi vida creí que ustedes eran el tesoro más preciado que yo tenía—trago grueso evitando el llanto —pero me di cuenta muy tarde que ese tesoro nunca existió.

Me medio giro y endurezco mi expresión.

— Espero que no se arrepientan de la decisión que han tomado— advierto furiosa y resentida —porque la princesa a la que tanto decías que "amabas", ya no existirá ni formará parte de tú vida— zanjo con furia y salgo de la oficina cerrando la puerta de un portazo.

Me arrecuesto de la puerta y cierro los ojos por unos segundos, en los que trato de retener las ganas de llorar pero,por un momento siento muchos pares de ojos observandome así que abro los ojos; y me doy cuenta que muchos empleados y otras personas que se encuentran en la oficina me observan intrigados.

« Al parecer nuestra discusión se escuchó aquí afuera »

Suspiró

— Lo siento, sigan trabajando—digo con voz frágil apunto de romperme en mil pedazos.

Los empleados me miran curiosos cuando me desordeno el cabello y me seco algunas lágrimas que corren por mis mejillas.

La ganas de gritar y llorar son tan grandes que mi única opción es correr; bajo las escaleras a toda velocidad chocando con varias personas en el camino, hasta llegar al estacionamiento y meterme en el auto. No espero nada y salgo de la empresa, conduzco sin destino alguno, pensando en por qué mi vida tenía que terminar así; tengo tantas interrogantes en mi cabeza que llega un momento donde me resultan asfixiantes.

—¡POR QUE! —grito con todas mis fuerzas sin importar que las personas me escuchen—Necesito saber que hice para merecer esto, nunca les falle, siempre los he obedecido y nunca les he ocultado nada por qué me tuvieron que hacer esto— termino de decir en voz baja para luego romperme a llorar como nunca lo había hecho.

Después de unos minutos terminó llegando a la playa sin darme cuenta. Me estacionó y salgo del auto.

Me quito los zapatos y camino por la orilla de la playa sintiendo la arena y el agua en mis pies. Me siento en la orilla y lloro abrazando mis piernas.

En este momento siento un dolor tan grande en mi pecho que es imposible definirlo siquiera; Resentimiento, rabia, enojo, frustración, tantas emociones  y sensaciones juntas en mi cabeza y en mi corazón que no se pueden describir con simples palabras. Me siento engañada, traicionada y sobre todo, dolida porque las personas que considere mi mayor tesoro, nunca vieron mi verdadero valor ni me quisieron por lo que era.

Después de varios minutos mis lágrimas se agotan. La brisa fresca me llena de tranquilidad y me hace despejar mis pensamientos por unos segundos. Después de pensar por un tiempo pongo mis pensamientos en orden y tomo el valor para tomar una decisión; aunque no sé si sea la correcta.

—Los encontraré donde quiera que estén ¡Los encontrare! — grito a la nada —prometo descubrir si lo que dicen ellos es cierto o no, ¡lo juro!
—me prometo a mi misma.

Viajaré a dónde tenga que viajar,  buscaré donde tenga que buscar pero no descansaré hasta encontrar mi verdadera realidad.

Dicen que en la vida hay que tomar decisiones difíciles para olvidar momentos dolorosos....

Pero...

¿Existirá la tinta para poder escribir una nueva historia?

Si tengo que borrar lo vivido tendré que hacerlo por más difícil que resulte, porque solo así podré escribir el comienzo de una nueva historia.

El Secreto Oculto [En Pausa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora