Amigos Que No Hacen Cosas De Amigos [BL]

02

Su corazón bombeaba con fuerza y la adrenalina ya había desaparecido hace ya un tiempo de su cuerpo y sus manos ya no tenían ese leve temblor de hace una horas, ahora solo sentía un dolor latente en sus nudillos y en la esquina de su ceja sangrante. Sus ojos perdidos trataban de dar esquinazo a la farola en la acera e impedir que se fuera de boca contra el cemento.

La guinda del pastel para rematar la mierda de noche que llevaba.

Un hilo de liquido caliente escurría desde la herida en su ojo hasta su barbilla y descendió por su cuello, manchando su sudadera y maldición, esa era nueva.

Ciros Nilous tenía un largo historial de malas decisiones, tenía un don o algo así para la estupidez, como esa ves en la que con 11 años compró por error un paquete de condones en lugar de chicles. ¿Cómo iba a ser su culpa? Esa mierda era color rosa neón y con  fresas afuera. La cajera de la tienda de comestibles, una señora de cincuenta años con artritis y un ojo de cristal lo miraba acusadoramente desde ese día, obviamente dejó de ir. O esa ves en la que debía entregar un trabajo de ciencias del cual solo tenía la mitad echa pero creyó que era mucho mejor idea terminar la última temporada de su serie favorita y que luego le alcanzaría el tiempo para hacer su trabajo en el receso antes de su clase con la señora Demerton, spoiler, al final si entregó el trabajo, oh claro que lo hizo y junto a un extenso reporte sobre el comportamiento de las tortugas durante el apareamiento como castigo por no entregarlo a tiempo. Carajo, eso fue horrible. El documental de tortugas en el que se basó lo dejó con traumas, osea TORTUGAS COGIENDO, no gracias.

Pero sin duda la peor desición la tomó esa noche cuando aceptó la invitación de Daniel Collins de ir a una fiesta de universitarios al otro lado de la ciudad. Daniel, el cráneo vacío experto en destapar botellas de cerveza con los dientes y presumir de que tiene un tatuaje de calavera en el muslo si claro, una genial idea.

¿Qué cojones tenía en la cabeza cuando aceptó? La pregunta no es que tenía en la cabeza, es donde la tenía y la respuesta era chicas. Una fiesta llena de universitarias con mini falda y tacones de agujas era la vista soñada de un adolescente caliente de diecisiete como Ciro con un serio problema de crisis de identidad sexual desde que deja que su amigo del alma lo bese a su antojo cada que quiere. Aunque el no querer regresar a su casa esa noche para tener que ver a su madre también influyó en su desición. Solo un poco. La mujer seguramente estaría ya borracha dada la hora y no le apetecía para nada escuchar la sinfonía de gritos y reclamos que le esperaba al llegar.

—Mierda—Masculló. El corte en su espinilla dolía como una perra y más si apoyaba su peso en esa pierna. Por suerte no era una herida muy profunda.

Se cortó con el cristal de una botella que estrelló en el suelo uno de los universitarios drogados y borrachos que empezaron a pelear por algún razón que desconocía y que desencadenó una pelea a dos bandos en la que Nilous no deseaba verse involucrado pero terminó saliendo de la casa con una corte en la pierna, una ceja sangrante y el pómulo hinchado y para colmo el dinero no le alcanza para llegar a su destino, por lo que el taxi lo dejó tirado a dos kilómetros de la dirección que le había dado.

Caminó y caminó por el vecindario en que se encontraba. Las casas estaban calle abajo, una pegada a la otra, sin espacio apenas para un diminuto jardín. No había absolutamente ninguna persona circulando por ahí y el pelinegro cursó cojeando la calle con el ceño frunzido tratando de enfocar la vista, pues la luz de la farola estaba fundida y solo tenía la luz de aquella medio inclinada que se encontraba al final de la cuadra y los tenues rayos de la luna para iluminarle el camino.

Para cuando tocó dos veces la puerta de la casa con el número sesenta y dos su sudadera ya estaba empapada por la lluvia que comenzó una cuadra más atras.