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No habían pasado de las 5 A.M. cuando el molesto ruido de la licuadora resonó por la casa. La persona que estaba haciendo uso de esta vertió el contenido en un pequeño termo, sellándolo y dejándolo sobre la mesa junto a una nota que decía "Kokoro".

No tenía la necesidad de levantarse a esa hora, de cualquier manera, ella era la clase de persona que no solía adelantarse a lo hechos, dejaba que todo en su entorno siguiera su curso y cuando el momento lo necesitase, ella empezaría a sortear sus ideas.

Tuvo el privilegio de tener una vida acomodada debido a que su madre, además de trabajar como asesora privada, tuvo el honor de trabajar en el departamento encargado de seleccionar las noticias más importantes para que la prensa y los medios sociales las divulgaran.

- ¿Tan pronto te vas? - Su madre le llamo la atención - Sabes que sin problema puedo llevarte a la escuela.

- Si llevas a Kokoro y a mi a la escuela una de las dos llegaremos con retardo - La chica, Kotonoha Katsura, habló - Ya me tengo que ir, nos vemos a la hora de comer.

- Con cuidado - La madre, Manami Katsura, veía como su hija salía de la casa - Crecen tan rápido, desearía aún ser joven - Esto último lo dijo con desilusión.

A pesar de ser horas tempranas del día, el camino hacia la estación y el andén de la misma estaba atiborrado de gente. Ella se hizo camino por las personas y dejo pasar cuatro trenes, esperando a que el flujo de gente disminuyera.

¿Qué más se podría decir de Kotonoha? 

Ella no tiene lo que se conoce como un circulo social y la mayoría de su tiempo, si bien no esta atendiendo otros asuntos como trabajos escolares o del hogar ella estaría leyendo, sea donde sea.

Se le puede llamar como una persona simple.

No hacía mucho su familia se había mudado desde la prefectura de Osaka a la intimidante Ciudad de Tokio, todo fue por fines meramente de trabajo por su madre. Como era de esperarse su hermana menor, Kokoro Katsura, no tuvo dificultades al momento de adaptarse al momento de mudarse. Por otro lado Kotonoha...

- Perdone - Kotonoha repetía en ocasiones al pasar por la gente en el vagón - Disculpe, podría... - Un oficinista veía confundido a Kotonoha - Esta... obstruyendo mi paso... para el asiento...

Por todas las pausas que ella hacía al hablar el oficinista no entendía lo que quería decirle, al contrario, le estaba incomodando. El oficinista no hizo nada, solo ignoro a Kotonoha. Ella se abrió paso por el oficinista y tomo el asiento que estaba a un lado de la puerta del vagón.

En un inicio ella solo veía con cierto asombro el panorama que estaba frente a ella, le era difícil no pensar cómo a pesar de ser parte de una de las familias más adineradas de Japón no vivían en la capital del país. Tampoco era que la idea le hiciera feliz realmente, la única respuesta a su postura actual es indiferencia.

[¿Será que tendré que venir todos los días a esta hora?] Pensó Kotonoha mientras sacaba un libro de su portafolio [Al menos por los próximos cuatro días tendrá que ser así] Inconscientemente, bajo la mirada [¿Será que... con un celular nuevo al fin pueda encajar?] Miro con atención la cubierta de su libro y lentamente paso su dedo pulgar sobre esta, sintiendo su textura - No debería pensar eso ahora.

Planeaba leer durante el trayecto más no evitaba divagar entre sus pensamientos. Sentía cierta nostalgia pensando como sería todo ahora comparado a su vida en Osaka, cuando la vida transcurría con calma. Su mudanza a Tokio es un abrupto cambio, y aún sabiendo que su vida escolar ya no sería la misma que tuvo durante su tiempo en la educación primaria en Osaka, en esos momentos ella deseaba ser como Kokoro.

Nuestro hermoso amanecerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora