Prólogo.

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-Si te fuese dicho la verdad, no hubiera tenido el valor de poder alejarme de ti...

Al decir eso, mi corazón se sintió tan apretado que pensé que explotaría, mi respiración era pesada, parecía que hubiesen cortado el oxígeno.

En todo éste rato no he querido mirarlo a los ojos, porque sé que si lo hago lloraré y me derrumbaré ante él, y no quiero eso, no quiero volver a demostrar que algo así me duele.

-Y si tú te hubieses alejado, yo no podría seguir adelante... - su voz es tan cálida pero a la vez está acompañada de dolor. -No te imaginas cuan valiosa e indispensable te has vuelto para mí en tan poco tiempo.

Finalmente, una lágrima se desliza por mi mejilla... Tan solo esas palabras lograron hacerme soltar una lágrima.

Él se acerca un poco más a mí, nuestras manos se rozan ligeramente, luego me mira y dice:

-No quiero perderte, porque aunque todo esto sea complicado, rudo, costoso y tóxico eres muy especial, con todas tus imperfecciones y perfecciones... Sabes que no me importa nada de lo que digan los demás, para mí siempre la opinión más importante es la tuya.

No me salen las palabras, parece que se atoraron en mi garganta, sentía ese nudo. Solo lloraba lentamente y en silencio, pero estar así junto a él todo es calmado, porque solo él sabe comprender todo de mí, como de unos minutos de silencio, un silencio tan melancólico pero cómodo. Hasta que por fin pude decir una palabra.

- Gracias por siempre estar cuando más te necesité... -digo mirando la luna llena roja, aún con mis lágrimas deslizando lentamente. -Yo tampoco quiero perderte, pero seguir aquí, contigo, a tu lado, me está haciendo daño y no puedo permitirme volver a ser dañada por mi misma.

Me levanto de la banca y tomo mi mochila, me la cuelgo en el hombro y comienzo a caminar hacia mi casa, haciendo el máximo esfuerzo por no devolverme y volver a abrazarlo.

No volveré a lastimarme yo misma, no dejaré que la persona que más quiero, la persona que era mi almohada para llorar, abrazar y hablar siga siendo ese dolor tan intenso que siento...

Ajenos a nosotros.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora