Goo Goo Muck

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Su respiración se intensificó mientras se agachaba debajo del escritorio de la oficina y permanecía escondido.

Su corazón latía mucho más cuando oía los pasos acercarse.

-Está Bien, Sergio No te lastimaré.- Sergio escuchó decir.- Es una promesa. Pero, llévame al límite y morirás.

Se quedó quieto.

No podía confiar en él.

No después de lo que había visto hace unos minutos.

- Puedes salir ahora. Dije que no te lastimaré. Tiene mi palabra. Unos segundos más tarde, cuando no había respuesta, continuó.- ¿No confías en mí, muñequito?

Cubrió su boca con una de sus manos y dirigió su mirada hacia las imágenes de vigilancia en las pantallas montadas en la pared mientras merodeaba por la habitación lejos de su escondite. Él no podía verle.

Con los pocos meses que habían pasado conociéndolo, Sergio sabía que era más inteligente y astuto de lo que solía decir.

- ¿Quieres jugar al escondite? Eso está bien conmigo. Ya sabes, cuando era pequeño... En plan, siempre me las arreglaba para encontrar a los otros niños. Incluso mayores. Rió suavemente, la misma voz masculina y gruesa con un encanto que había enamorado al chico juvenil, pero en ese momento aquella voz recorrió su cuerpo con un escalofrío.

Algo se estrelló ruidosamente.

Había dañado las luces de emergencia, dejando la habitación en la más absoluta oscuridad.

Se estaba acercando al escondite de Sergio

Era bueno que aún pudiera verla a través de las pantallas de arriba por la luz de la luna que se filtraba en la ventana.

Como si hubiera leído su mente, tomó un palo y aplastó la cámara uno, seguida de la cámara dos y tres.

- Eso debería resolver el problema, supongo. Ahora, no podrás saber incluso si Estoy justo detrás tuyo.

Las pantallas se volvieron estéticas y luego se volvieron negras.

Por el rabillo del ojo, Sergio notó sus zapatos , pasar por su lado.

Contuvo la respiración y un escalofrío recorrió su cuerpo mientras se preguntaba qué pasaría si lo atrapaba.

Unos minutos más tarde, escuchó que la puerta se abría y se cerraba.

Esperó por unos segundos, atenta a cualquier otro sonido en la habitación, pero todo lo que podía escuchar eran sus propios latidos.

Cautelosamente, se arrastró debajo del escritorio para revisar y afortunadamente no estaba a la vista.

Dejó escapar un suspiro de alivio y se puso de pie, dando unos pasos hacia la puerta.

Una vez fuera de la puerta, correría por el pasillo y pediría ayuda.

Salió para terminar encontrado las luces apagadas.

Había visto varias películas de terror, y siempre se había reído de las víctimas por ser demasiado crédulas o estúpidas, sin darse cuenta de que podría estar en esa situación algún día... Hoy.

Su vida no era mejor que una película de terror.

Las luces parpadearon cuando trató de caminar en silencio, pero los sonidos de sus zapatos resonaron por el solitario pasillo.

Oyó pasos suaves detrás de él, así que aceleró el paso y dobló en la esquina cuando un par de brazos se apoderaron de él.

El aroma familiar de su perfume entró en sus fosas nasales.

-¡Te atrapé! El juego terminó, Sergio -Susurró.

Sergio trago fuertemente su saliva

- Oh querido creo que llegó tu hora - dice poniendo un mechón de pelo del pecoso detrás de su oreja.- Aunque - Miro esos ojos cafés que ahora eran negros , la oscuridad solo dejaba ver la sombra detrás de la pared de ellos dos juntos - Has tenido suerte, muñequito , me has hipnotizado como un león a una linda leona - dice acercandose sus labios a los del enfermero.

Y los beso

Sergio solo correspondió sin moverse

Max paró el beso , tomó su mano y lo guío hasta su habitación, donde solía dormir y soñar todas las noches con su lindo enfermero

Tomó su pequeño tocadiscos y puso un disco en el

Lo tomó de la cintura y puso sus brazos en sus hombros y poco a poco bailaron con esa pieza.

Espeluznante para Sergio

Pero para Max

Romántica

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 IN LOVE WITH A PSYCHOPATHDonde viven las historias. Descúbrelo ahora