0

1 0 0
                                    

El cliché de siempre.

En todas las universidades siempre tiene que entrar el chico nuevo súper misterioso por el cual todas las niñas se mueren y babean.

César Sitt, el de nuevo ingreso, con verle la cara se nota que es insoportable.

Para que el cliché sea más grande le toca justo en mi salón y a la par mía, esto es chistoso.

–Insoportable- fue lo único que salió de mi boca al ver a todas las niñas detrás del tal César.

–No seas tan pesimista, tal vez es un buen chico- oí decir a mi mejor amiga Katy.

–Yo solo no quiero que me moleste mientras estamos en clase, después de eso realmente no me importa-

–Ya, tranquila no pasará nada- dijo Katy.
–Tengo clase, suerte con el chico misterioso- dijo con una sonrisita para luego correr hacia su salón.

Serán días largos pero tendré que acostumbrarme a estudiar junto a un niño que muy posiblemente sea un mimado.

Y no me equivoqué.

Entré a mi salón muy confiada, íbamos a mitad del semestre e iba muy bien con mis notas, realmente no quería distraerme con nada, pero ahí estaba, el César ese.

Me senté completamente confiada, hasta que escuché una insoportable voz.

–¿Por qué traes esas mierdas en tu estuche?- lo escuché decir.

Me giré y vi que se refería a mis pastillas médicas.

–Son pastillas- dije sin verle la cara.

–No soy imbécil, claro que sé que son pastillas, te pregunté por qué las traes- dijo mientras se recostaba en su silla.

Me giré para poder verle la cara, estaba molesta, me importaba muy poco la opinión de los demás, pero esta vez fue distinto.

Me empecé a sentir mareada, vi la hora y me di cuenta que ya se había pasado el tiempo para tomarme mis pastillas, no había sonado mi reloj con mi alarma.

Mierda.
Me está dando un ataque.

El estúpido César agarró las pastillas por qué vio que las necesitaba, las agarró para no dármelas.

–Le está dando un ataque a la nena- oí a lo lejos, me estaba doliendo demasiado el pecho.

–Dame mis pastillas- dije entrecortada, me dolía hablar.

No me las daba, las tenía en la mano, lo último que pensé que haría era tirar las pastillas por la ventana.

No sentí más nada, solo recuerdo ver todo negro y un golpe muy fuerte en la cabeza.


Me desperté en la enfermería de la universidad, vi a Katy junto a mí escribiendo muy rápido en su celular.

–¿Qué pasó?- dije con la voz súper seca.

–Alya qué alivio, te desmayaste en tu salón y te trajimos aquí, le acabo de escribir a tu mamá- dijo muy nerviosa.
–Alya, ¿olvidaste tus pastillas?- me pregunto muy seria.

–Claro que no, jamás las olvido, fue el estúpido de César, él las tiró- dije molesta recordando la escena.

–Vamos con el director, Alya pudiste haber muerto- me dijo levantándose de la silla.

–¿Segura Katy? Digo, no me quiero meter en problemas-

–Deja de joder Alya, casi te mata, podemos hacer fácilmente que lo expulsen- me dijo más molesta, la entendía pero de verdad tenía miedo.

Katy y yo nos dirigimos hacia la oficina principal del director, notaba a Katy enojada, ella desde muy pequeña me conoce y sabe lo peligroso que puede llegar a ser que no me tome mis pastillas, por eso mi mamá le dio un medicamento en caso de emergencia como la que acaba de pasar, casi nunca lo usamos por qué siempre tomo mis pastillas.

–¿Quién es?- escuchamos hablar al director.

–Somos Katy Pau y Alya Rodríguez, necesitamos hablar con usted-

–Adelante-

Escuchamos eso y entramos a su oficina.

–Hola señor director, quería darle una queja sobre un inconveniente que hubo en el salón A3 hace una hora, mi amiga Alya Rodríguez tiene que tomar pastillas en un horario determinado, pero hoy ingresó un nuevo estudiante llamado César Sitt, el sin ningún motivo tiró sus pastillas por la ventana ocasionando que ella se ahogara para luego desmayarse-

–Entiendo, pero deberían tener un poco de empatía, es el nuevo y tal vez no sabía que pasaría eso con la señorita Alya- dijo preocupado.

–El fue muy grosero conmigo- interrumpí– desde un principio no me trató adecuadamente.

–Está bien, hablaré con el– dijo el director.

–Eso espero, si no hablaré con el consejo institucional de la educación, ellos si podrán hacer algo al respecto- dijo Katy enojada retirándose de la oficina.

–¿Cómo es posible que lo defienda?- dijo todavía enojada.

–Ya déjalo, comenzaré a traer más frascos de pastillas- dije tratando de tranquilizarla.

–Como sea, ese César es una mierda de persona, no le hables-

–No Katy, no le hablaré. Vamos a comer ya llevamos un rato en descanso- le dije por último.

En la cafetería estábamos junto a otros amigos comiendo cuando vimos una gran bola de niñas gritando.

–¿Qué está pasando?- mencionó Marco, mi mejor amigo.

–Ni idea- dijo Katy.

–Ya sé que es, o mejor dicho quién es- mencionó
Eva, la novia de Marco- es el César que entró hoy, todas las chicas están locas por el.

Katy y yo solo nos miramos para luego voltear a ver a César caminando con mil niñas atrás.

Me está viendo, lo sé, el sabe lo que hizo.



————————————————————————
Holaaaa! Espero les haya gustado el cap 0, es un poco corto por ser el primero, ojalá les guste mucho esta novela. 🫶🏻

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Mar 29 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

El síndrome Donde viven las historias. Descúbrelo ahora