Aniversario

Hacia ya un año que había comenzado a salir con aquel desesperante azabache. Aún no entendía porque había caído rendido ante él, pero realmente lo amaba y quería que hacer algo especial para él. Quería pasarla bien celebrando su primer aniversario.

Caminaba apresuradamente por el centro comercial, miraba atentamente los escaparates de las tiendas y un leve sonrojo cubria su rostro cada que veía aquellos "atuendos" que el alegre castaño de mechones amarillos le había recomendado comprar para "volver loco" a Isagi.

Conejos, gatos, policías, enfermeras y un sin fin de temas más. ¿Cuál sería el indicado? ¿De verdad eso volvería loco a su novio? Un ligero suspiro se escapó de su boca y finalmente entró a la tienda, se acercó al mostrador y agachó un poco su mirada. Era una maldita vergüenza tener que hacer eso.

– B-buenas tarde.. quiero.. el disfraz del.. del mostrador de enfrente.. p-por favor

– Muy bien, será un disfraz de conejito.. ¿En qué talla sería, joven?

– Mediana, por favor -su rostro se puso completamente rojo-

– Muy bien, joven.. -sonrió y coloco el disfraz dentro de una bolsa- serían 150 por favor

El peliverde tomó apresuradamente la bolsa y dejo el dinero sobre el mostrador, salió de la tienda apresurado y su rostro seguía aún de un intenso color rojo.

Estaba loco, realmente estaba loco por hacer eso. ¿Cómo podía haber hecho eso? ¿Y si Isagi pensaba lo peor de él? ¿Si se sentía asqueado por sus acciones? Se detuvo de golpe y miró la bolsa. Una risita se escapó de sus labios. Estaba nervioso, y era un idiota al pensar que ese chico lo odiaría por algo así. Seguramente se pondría feliz, porque ese idiota era un degenerado de lo peor. Y lo amaba por eso. Disfrutaba tanto de todas las cosas que hacían en la intimidad de su habitación.
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Las horas pasaron y el peliverde por fin termino con los preparativos de aquella cena especial. Una pequeña sonrisa se formó en su rostro al mirar la elegante mesa que había preparado. Tomó su celular y miró la hora con desesperación. Ya faltaba muy poco para que él llegara, así que tenía que preparar la habitación y vestirse apropiadamente para la cena.

Subió apresuradamente hacia la habitación y tomó el elegante traje que había comprado para la ocasión, guardó bajo la cama la bolsa con aquel atrevido disfraz y comenzó a vestirse. Estaba tan ansioso.
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– Rin, estoy en casa -abrió la puerta y caminó hacia el comedor, miró aquella elegante mesa y al peliverde- ¿Rin?

– Feliz primer aniversario, Yoichi -sonrió y se acercó a él, lo tomó de las manos-

– Dios, Rin.. esto es tan lindo -sonrió y lo tomó de la cintura- me encanta..

– Me da gusto.. lo hice con mucho cariño.. -sonrió y lo abrazó del cuello- te amo

– Yo te amo a ti.. ¡Te vez guapísimo! -se acercó a su rostro y le dió un suave beso en los labios- huele delicioso

– Bueno, vamos a cenar antes de que se enfríe.. -sonrió y caminó hacia la cocina- siéntate, te serviré en un momento

– Muchas gracias amor.. ¿No quieres que te ayude?

– No, tu solo siéntate -tomo el sartén y salió de la cocina- yo voy a atenderte está vez..

– Está bien.. -sonrió y se sentó en la mesa, soltó un suspiro- en serio que eres maravilloso..

– Solo quiero hacer lo mejor de mi parte.. que no seas el único que se esfuerce por nosotros -comenzó a servir la pasta-

Después de servir los platos, se sentó con cuidado y miró al azabache. Aquella sonrisa en su rostro le hacía darse cuenta que todos sus esfuerzos habían dejado frutos. Que Isagi estaba feliz.
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Los minutos pasaron y el peliverde se levantó para recoger los platos y copas, llevo estos a la cocina. Al volver al comedor se acercó al azabache y se sentó sobre sus piernas, lo tomó de las mejillas y pegó sus labios sobre los de este. Sus labios comenzaron a moverse con suavidad, poco a poco aumentaron la intensidad, su lengua entró con desesperación en la boca del azabache y enredo está con la contraria.
Las manos del azabache se posaron sobre la cintura de Rin y lentamente metió sus manos bajo la camisa del ojiverde.