Hola tonotos, como están?? Acá creando una historia a la 1:42 a.m. jaa, tengo sueñoooo.
Bueno, vamos a empezar con algo "leve" Jsjajdkskajka.
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Podría decir que tenía cualidades y defectos, muchos defectos, pero aun no entendía por que le iba tan mal en aquél juego.
En el juego del amor.
Era pésimo, siempre ha tenido demasiadas oportunidades, pero ninguna victoria, ¿era él el que estaba mal? ¿Debería dejar de intentar conseguir una pareja?
Siempre rodeado de parejas, era obvio que eso era una señal, pero cada vez parecía más incierta.
Diría que no era tan apuesto, pero no era el más inadecuado como perfil de novio. Rayos... empezaba a creerle a su compañero de casa cuando le decía "Mísera arrastrada", "Gorda", "Vomito de rata", "Vieja aguada", entre otras cosas que insultaban su aspecto ¿Acaso era así de repugnante?
Ya se estaba metiendo cosas en la cabeza otra vez.
Sacudió la cabeza. Estaba cerca de llegar a su trabajo, todos sus pensamientos inseguros hacían que el tiempo se vaya rápido.
Se levantó lentamente de su asiento al escuchar su destino final, bajo del bus ¿Por qué? Porque un pendejo había destruido su auto.
Y otra vez empezaba su rutina laboral.
(...)
Eran las 9:42 de la noche y ya se iba a retirar para poner fin a su trabajo. Todo transcurrió normal, como siempre Darkar llamándolo para molestarlo en pleno trabajo, su jefe siendo en mismo idiota, cosas del trabajo. Ya estaba listo para salir de su trabajo, sin embargo fue detenido por el llamado de su nombre.
-¡Mecoboy! – Escucho la voz femenina de su compañera de trabajo, que lo estaba deteniendo a mitad de camino.
-Eh, yo te quería invitar a cenar, ya sabes, v-veo que no has cenado y quisiera invitarte algo – Dijo nerviosa su compañera laboral.
Se podría decir que Verónica es alguien demasiado social entre todos, cabello azabache siempre peinado en una cola, piel blanca, ojos marrones, era una bella chica, sin embargo, no convivía mucho con el blanco, ¿Por qué ahora? Aunque Mecoboy se dio cuenta que otra vez estaba teniendo una oportunidad, una oportunidad de dejar la soledad.
-Sí, claro, con gusto – Aceptó, era obvio que no la iba a rechazar, aparte de que le invitara la comida posiblemente pueda surgir algo más.
