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¿Qué tal si...?
¿Qué pasa si huimos?
¿Y si abandonamos todo por hoy?
¿Y si le decimos adiós a lo que es seguro y conocido?
¿Y si somos difíciles de encontrar?
¿Y si nos volvemos locos?
¿Y si los dejamos atrás y nunca los encuentran?

Acelerando a través del peligro hacia el paraíso, porque no tenemos tiempo para envejecer,un cuerpo mortal, almas atemporales.Cruza los dedos porque allá vamos.

Y cuando las luces comienzan a destellar como en una cabina de fotos,
y las estrellas comiencen a explotar,
seremos a prueba de fuego.

Mi juventud,
mi juventud es tuya.
Alucinando en los cielos, sorbiendo de las cascadas.
Mi juventud,
mi juventud es tuya.
Fugitivos ahora y por toda la eternidad.
Mi juventud,
mi juventud es tuya.
Una verdad tan evidente que no puedes ignorar,
mi juventud, mi juventud, mi juventud,
mi juventud es tuya.

YOUTH ~ Troye Sivan


...


Afuera, a varios metros de la puerta de entrada del club, la brisa era cálida y la bruma que había dejado la mañana, se deslizaba en el rocío que adornaba las hojas de los árboles y los pétalos de las rosas en el jardín que bordeaban el camino hacia la salida.

Con un respiro profundo y el corazón apretado en un puño, Bill se apoyó en el cuerpo de Tom en busca de energía después de sentir algunas ráfagas de aire fresco llegar desde el oeste con una fuerza mínima y entremezclarse entre sus cabellos cuando el portón que lo dividía entre su mundo y aquel lugar completamente desconocido para él, se abría libre ante sus ojos.

Lo primero que vio al cruzar el umbral, fue un auto grande y nuevecito estacionado a pocos pasos de ambos, con la pintura nítida brillando bajo la luz del sol y los espejos relucientes, tal y como se veían los autos en las revistas.

—Ven... —susurró Tom con una sonrisa suave sobre los labios, abriendo la puerta del copiloto de par en par y esperando paciente a que Bill se subiera.

—¿Este es un taxi? —preguntó el menor de ambos entre titubeos quietos, con muchísimo cuidado de tocar algo que no debería y arruinar el cuero de los asientos, el brillo del salpicadero o la nitidez de ventanas y el parabrisas una vez que Tom se dejó caer en el asiento del piloto y colocó las llaves en el contacto.

—No, un taxi es muy diferente —soltó entre risitas leves y encendió el auto sin más, sintiendo la vibración característica del pre-arranque debajo de su cuerpo al instante—. Este auto es mío.

—¿¡Tuyo!? —casi gritó Bill, volviéndose hacia él con la expresión contraída en asombro. Tom asintió de vuelta con una sonrisa en los labios mientras se estiraba hacia él y le colocaba el cinturón de seguridad a través del pecho con cuidado.

—Mamá me lo compró hace un mes por mi cumpleaños y hasta hoy se legalizaron todos los papeles, así que pedí que me lo trajeran hasta acá para estrenarlo.

—Ya... —asintió Bill sin poder creérselo del todo, contemplando la forma tan fácil con la que Tom se colocaba el cinturón de seguridad con una mano y arreglaba el espejo retrovisor con la otra mientras él luchaba por relajarse en medio de la vibración del asiento—. ¿Así que este es un regalo de cumpleaños en tu idioma?

—¿Mi idioma? —repitió Tom con la ceja en lo alto.

—Tú sabes cual es —dijo Bill—. El de los niños mimados.

Principito || ONE SHOT DE ÁNGELDonde viven las historias. Descúbrelo ahora