ElliotLa podría definir como hermosa, si es que se puede decir como tal, pero me he follado a mejores.
Pero hoy, sin embargo, no importaba si lo era o no, mi objetivo en estos momentos solo se trata de abrirle las piernas en mi escritorio y follarla, uno de los pasos más fáciles. Ella, al igual que todas, quedaban hipnotizadas con una sola mirada, con un solo movimiento se bajó las bragas y se me ofrecía.
Sus pasos a mi aclamaban con una mirada de deseo, me follaba con la mirada, la fama de buena embajadora con reputación se iba a la mierda conmigo. Se marcaban aún más más caderas, los senos apretados bajo el vestido escotado, así mismo los pezones dibujados sobre la tela y por un instante quise prenderme ellos y lamerlos hasta hacerla venir; más no buscaba su placer y satisfacción, únicamente el mío, si terminaba o no, no era problema mio. Mi egoísmo es incapaz de complacer a alguien más de cualquier manera.
- Es un peligro meterse conmigo, ¿Sabías? - dijo con voz agitada; se sentó en el escritorio, justamente entre mis piernas - Él te matará si se entera de lo que estamos a punto de hacer.
- ¿Crees que me importa lo que piense tu novio con la mamada que me darás?
-Yo me preocuparía si fuera tu, hombre muerto
-Y tú deberías cerrar esa boquita, a menos que la abras para hacer algo más interesante que hablar mierda que a nadie le interesa.Se mordió el labio de una manera sensual y atrevida, sus ganas corrían por sus venas, me di la tarea a apreciar el latir errático de su corazón gracias a esa vena que se movía frenética en el cuello. Ella estaba consciente sobre qué terreno estaba pisando, ya que no era algo delicado, si no algo peligroso que podría hacer caer a cualquiera que pase por aquí, pero la lujuria y el placer que ofrece no lo tiene nadie, podían más que su instinto de supervivencia y el amor que me pregonaba a su novio.
Todas son iguales, todas se dejan caer ante mi placer, y no solo se trataba de ellas, nosotros éramos iguales. ¿Fidelidad? Eso ya no existe o al menos no conozco a alguien que lo siga al pie de la letra, y todo el sentido de la palabra.
Piratería de gente enamorada.
Volví mi mirada hacia la rubia que tenía enfrente que me clavaba una mirada ansiosa. Me desbotoné el pantalón y sin miedo ante ella saque mi enorme pene erecto, siendo invitada a lamerlo y probarlo de arriba abajo; masajee despacio, teniendo en advertencia las venas que sobresalían con dureza hasta abajo de mi hinchado glande.
Sin mencionar ninguna palabra de lo que tenía que hacer, se puso de rodillas y sin ningún miedo ante lo que estaba viendo sostuvo mi erección. Me incliné hacía atrás sobre el respaldo, sentí su calor cubrir parte de mi carne, viendo cómo lo metió a su boca y lo probó de mil maneras; con la lengua, chupó y succionó la punta, con eso logró que un siseo escapara de mi garganta. Repitió el proceso, llevándolo a más profundidad mientras avanzaba, su mano libre hurgó sobre mi bóxer, en el que cogió mis testículos y las acarició con sutileza, así enviando mil sensaciones calientes a través de mi vientre bajo.
- Vamos, preciosa, si quieres que te folle debes de ganártelo - susurré entre dientes
- Es tan grande...
- Por su puesto que lo es - metí dos de mis dedos a su boca - abre más, quiero llegar al fondo de tu garganta.De tal manera que agarre su cabello con la otra mano, tomando de la misma manera el aliento que ella tenía, tomé su impulso y empujé la pelvis contra su boca. Su cara se contrajo, apenas y podía tomar aliento, era obvio, mi tamaño acaparaba todo; el labial rojo que usaba se dispersó por la comisura de su boca, de donde mismo la saliva resbalaba. Mi pecho se agitó, mis testículos se subieron y descargaron el semen dentro.
- Es todo eso, chúpalo todo - siseé, obligándola a tragar el semen hasta la última gota y no quedará nada.
La aparté de mí y sonreí al verla usada y de rodillas ante mi. Una imagen digna que jodidamente nunca olvidaría. Maldita sea, ojalá la hubiera grabado para que quedara de por vida.