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Somi había despertado a Rosé justo antes de que saliera el sol

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Somi había despertado a Rosé justo antes de que saliera el sol.

A las jóvenes amantes se les había prohibido verse y Somi no era de las que soportaban semejante injusticia.

Tampoco la Reina, que sonrió para sí misma mientras veía a su hija inclinarse hacia la puerta abierta del dormitorio presumiblemente para besar a la omega, antes de que corriera por el pasillo hacia su propio dormitorio.

Somi sacó la pesada olla de hierro del dormitorio y cerró suavemente la pesada puerta de madera detrás de ella.

Caminó por el pasillo solo para encontrarse con la presencia de la Reina, la cual miró a Somi a los ojos y le dedicó una sonrisa de complicidad.

Un susto momentáneo se apoderó del corazón de la beta y debió de mostrarse en sus ojos, cuando la Reina le guiñó un ojo antes de pasarla en dirección al dormitorio de Jisoo.

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Jisoo se sentó en una silla junto a las puertas de la terraza. Su mano se paseo sobre su vientre mientras tarareaba suavemente. Le resultaba extraño pensar que podía amar tanto a alguien sin haberlo visto.

Abrió su vestido lo suficiente para que su vientre desnudo se asomara. Sonriendo, pasó su dedo suavemente sobre el lugar donde había estado el pie de su bebé.

A lo largo de los meses había visto cambiar su cuerpo. Al principio la asustó y la hizo consciente de sí misma. Se sentía fea y estaba segura de que Rosé no querría tocarla mientras su estómago comenzaba a crecer y expandirse.

Pero la alfa era una buena mujer y era buena con ella. La rubia besó sus miedos y le dijo lo hermosa que se veía y le había mostrado cuánto la deseaba.

La reina golpeó suavemente la puerta del dormitorio antes de abrirla lentamente. Sus labios se curvaron en una sonrisa genuina cuando vio a la chica que siempre había amado como una hija sentada en una silla junto a las puertas de la terraza con su abultado vientre desnudo mientras acariciaba suavemente con sus dedos.

—El embarazo definitivamente te sienta bien, querida —dijo Clarisa mientras Jisoo la miraba sorprendida.

Sus manos se movieron para cerrar la pesada tela de su vestido alrededor de su estómago desnudo.

—Su Alteza, es temprano, no esperaba a nadie tan pronto —la reina sonrió ante el repentino nerviosismo de la niña.

Lentamente se dirigió hacia donde estaba sentada Jisoo, agitando la mano mientras veía a la morena luchar por levantarse de la silla.

—Siéntate, hija mia. Simplemente vine a ver cómo te estaba yendo —le indicó que
permaneciera donde estaba sentada.

Jisoo bajó los ojos ante la pregunta de la mujer mayor.

—Estoy bien, su alteza.

Clarisa se inclinó colocando una mano suavemente sobre la hinchazón del vientre.

Concubina || Chaesoo (Corrigiendo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora