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Otra vez una noche sin tener nadie que me detuviera de tomar en exceso.

Sí. Era exitoso, era deseado por varias chicas y tocaba música que me apasionaba, tenía dinero de más y no le debía explicaciones a nadie, podía hacer lo que quisiera, como tomar alcohol toda la noche si me daba la gana.

Ni siquiera los regaños por parte de mis compañeros de banda iban a detenerme, nada lo haría. Lo tenía todo, nada me faltaba.

Bueno, excepto tú.

Podía hacer lo que quería, pero nada se comparaba con tener tus regañadas cuando bebía de más. Nada podía compararse con tu gesto de molestia cuando me emborrachaba, nada le llegaba a la altura a dormir a tu lado, escuchar tu voz, tu aroma, hacerte el amor... Hasta tus enojos me hacian falta.

Hechaba de menos todo de ti, te hechaba de menos a ti. Y esa noche, pensé en ti, como casi todas.

- Pepe... No puedes seguir así, vamonos ya a tu casa, wey. - La voz de Riki se escuchaba medio distorsionada en mi cabeza.

Pero tenía la conciencia suficiente para poder ponerme de necio y decirle que no.

- No. - Dije nada más. No quería irme a mi casa.

No quería irme. Era fría y vacía, sin vida desde que te habías ido tú, no podía más sin ti. Era insoportable, los malditos "ruidos de casa" me estaban volviendo loco, y cada vez me hundía más y más en ese pozo de autocompasión. - Mira que en el momento en el que ella venga por mi, ahí si me voy.

Lo dije en forma de chiste amargo para dejar claro que no le iba a hacer caso a él, claro que no irías hasta allá, era obvio que mi respuesta para él era un rotundo 'NO'. No serias capaz de conducir media ciudad para llegar hasta allá y recogerme en esas condiciones, ni por lastima... ¿No?

No puedo creer que Riki te hubiera llamado. No puedo creer que si lo hubiera hecho, no puedo creer en absoluto que si fuiste.

Cuando te vi entrando a ese bar de mierda, no pude evitar que mi corazón se detuviera. Apenas podía creerlo... Creo que mire mal a Riki, pero no recuerdo nada más que a ti.

Todo era borroso menos tu, cuando entraste con esa chaqueta negra, era ya de madrugada y uno se imaginaria que ya estarías durmiendo, no eras de dormir muy tarde. Buscaste con la mirada, tal vez a mi, o quizás a mi amigo, realmente no me importa saberlo. Todo lo que importaba era el hecho de que allí estabas físicamente.

Pero también me sentí como un idiota. Fui un idiota contigo y que me hallaras después de más de medio año en esas condiciones me hizo sentir patético. Y lo era, lo era sin ti.

- Perdón por molestarte... ¿Veniste de muy lejos?

- No pasa nada. - Sí pasaba mucho, lo supe en tu tono de voz. - Estaba por la ciudad, no hay problema.

- Lo intenté. Quiero llevarlo a su casa, pero ya anda de terco, ni siquiera se ha parado de esa silla. - Sentí tu mirada sobre mi espalda y enseguida sentí miedo.

No pude evitarlo, enseguida mi corazón dio un vuelvo, trague saliva y quise otro trago. El que tenía frente a mi se veía tentador para poder darme un poco más de valor... Lo tome pero antes de poder alzarlo, tu ya habías puesto tu mano sobre mi brazo para detenerme.

- Parale. - No fue una petición. Fue una orden, y bueno, a ti no te iba a negar nada.

Mi orgullo se hizo presente por un momento, cuando levante la cabeza y mi mirada se encontró con la tuya. Tus ojos seguían igual, a pesar de que me miraste con el ceño fruncido y tratando de endurecer tus ojos, quizás estaba alucinando por el alcohol, pero tuve la sensación de que esa mirada era más de preocupación que de molestia.

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