Dekaria.
Los tres cuchillos brillantes cuál plata atraviesan el tronco del árbol cuando los lanzo estando de espaldas, eso hace que mi caballo se altere y empiece una pelea con la soga que lo ata al árbol. Me acerco a el y hago que sus pupilas vean las mías, al instante cuando ve mi mirada se queda quieto como si le hubieran inyectado algo para que se relaje. De algo siempre me ha servido poder controlar a los animales.
Es simple pero me tomo veinte años aprender a manipularlo.
Me alejo un poco para sacar los cuchillos del tronco sin hacer el mínimo esfuerzo, acaricio a noche, su suave pelaje me acaricia los dedos. Siempre he sabido que mi cabello es hermoso como la tenue oscuridad al irse el sol por eso le concedí el nombre de noche.
Mis nariz capta un olor sanguíneo familiar y no me preocupo por voltearme, meto los cuchillos en la abertura del interior del muslo en mi traje de entrenamiento. Constantemente eso hace que la hoja de los cuchillos raspen mi piel, pero nunca me ha molestado.
Y el dolor me permite concentrarme mejor.
Desamarro la cuerda de mi noche y cuando agarro las riendas con una mano volteo dando la espalda a las ramas grandes bajas del árbol, Deko me mira suspicaz. Levanto una ceja a que diga algo y el solo habla como si no fuera tan relevante.
—Ya la reunión empezó.
Informa y asiento al mismo tiempo que aprieto los dientes tanto que mis colmillos hacen de las suyas, sangre me gotea del labio y yo lo limpio con la lengua.
—De nuevo entrenando en el bosque —niega con la cabeza—.Estando al tanto de todo el equipo que hay en las torres.
—Me gusta a la antigua—respondo.
Mi hermano me sigue cuando empiezo a andar, caminamos lado a lado con el crujir de las ramas que aplastamos a nuestro paso. Soy la mayor y la gran diferencia de altura que me lleva es un recordatorio que desde siempre se ha comportado como el mayor y en realidad esa soy yo. Mi hermano tiene lo que muy pocos en la familia poseemos: calcula antes de cualquier movimiento, el dice que yo lo complemento porque siempre ejecuto luego de eso, siempre entrenamos juntos. Solo que a veces me gusta hacerlo sola.
Lo más probable es que padre lo haya hecho venir a buscarme para que asista a la reunión.
Voy a todas las reuniones que tengan que ver con el reino, pero cuando se trata del reino vecino odio la idea de ver a Kaelion.
Nos tomamos unos minutos al llegar al castillo, hubieran sido segundos si hubiéramos usado la habilidad pero preferimos disfrutar de una corta caminata.
Alzo la vista para contemplar el cielo de un oscuro luminoso al llegar en la dominante entrada de nuestro hogar. No se que fue los que les paso a los humanos cuando inventaron que éramos sensibles a los rayos del sol, cuando en realidad el sol es unos de los elementos por el cual existimos.
Los grandes muros nos reciben, no es necesario que los guardias nos den permiso de entrar, solo abren las puertas y ya. Entramos a la grande y tenue estructura, recorremos los que siempre me han parecido grandes e infinitos corredores.
Deko me ve de reojo.
—¿Vas hacer presencia con tu ropa de entrenar?.
—No veo por que no —empujo las grande puertas que dan al salón de reuniones.
Los dos colores diferentes de ojos de lo que se encuentran en el salón recaen en nosotros.
Avanzo a dónde están mis padres que es en la parte derecha de la gran mesa, Deko hace lo mismo. En la parte izquierda de la mesa se encuentra la familia real de Seele y sus consejeros, estamos frente a frente.
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Reinos Vampiricos
VampiriPara dos vampiros es muy difícil llevarse bien si son tan diferentes pero de oscuridad están al mismo nivel, la sangre de uno siempre va a atraer al otro. Un mundo, dos reinos de vampiros, dos herederos, criaturas de la noche, seres sangrientos, mue...