Inicio - {El despertar de la curiosidad}

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Destrucción. Es aquello que el corazón experimenta en el momento en el que una persona muere. Pero, no cuando muere de vejez, o de una enfermedad. Hablo de la muerte por accidentes, y de la muerte por asesinatos. ¿Será eso lo que sentiré cuando muera? No lo sé, porque como cualquier humano, tengo miedo a morir. Así que creo que no lo quiero saber, o como mínimo, no lo quiero experimentar. Pero si tampoco lo noto cuando mato a alguien... ¿Cómo lo sabré? De verdad que no lo sé...

Todo esto se remonta a hace unos 3 años, con mis primeros asesinatos, y mis primeras víctimas. Era una cálida tarde estival, e iba con una "amiga" mía. ¿Amigos? No me hagas reír. Sólo son objetos que usas en casos de necesidad. Mi "amiga" era una persona muy charlatana, y me estaba hablando sobre la reciente ruptura con su ahora ex-novio, tema del cual me estuvo hablando por más de 2 horas. Que no era posible, que no lo entendía, que la estaba engañado, que... Era una pesadilla, y yo no quiero los amigos para que se conviertan en pesadillas.

De repente, escuché como un coche se acercaba a una velocidad algo elevada en una ciudad, unos 60 o 70 km/h, y no dudé; actué por instinto y la empujé. La dejé en la mitad de la carretera y a la pobrecilla no le dio tiempo ni a quejarse, cuando el coche la arrolló y, con eso, su vida. Vi cómo uno de los brazos salía disparado, arrancado de su cuerpo. Me quedé observando cómo lo que hasta hacía unos instantes era mi "amiga" ahora no era más que una carcasa vacía con órganos inútiles dentro. Cuando frenó, el coche la pisó, dejando sangre no sólo en el parabrisas, sino que también en las ruedas del coche. De hecho, la cara de terror que tenía mi "amiga" ahora era tan preciosa que realmente me cuestioné por que su ex-novio la había dejado. El coche se detuvo a unos 50 o 60 metros, 70 como mucho, con el parabrisas totalmente empapado con el líquido rojizo de una persona. El conductor, una persona joven, de unos 30 años como mucho, se bajó, con una cara totalmente pálida, y, tambaleandose, hasta que llegó al capó de su coche.

Entonces empezó a gritar, como un maníaco. Me quedé observando, tranquilamente, sin ni siquiera decir una palabra, e incluso esbozando una pequeña sonrisa. ¿Por qué hay gente tan molesta en este mundo? << ¿Por qué no te callas?>> pensé interiormente. << Y si no, le haré un favor a la humanidad, y te callaré yo mismo>>. En ese momento, la sonrisa de mi cara brillaba ampliamente gracias al reflejo del sol poniéndose, resguardándose de de un espectáculo sangriento. Me quité la ligera bolsa de los hombros, y la abrí silenciosamente. Saqué una de las deportivas de atletismo, las cuales llevan unos brillantes, punzantes y dolorsos clavos, listos para ser manchados con algo que no era tierra, ni grava. Haciendo gala de mi velocidad, me abalancé sobre él y le clavé con toda la fuerza que poseía los clavos en la cara. El hombre gritó, y de seis puntos de su cara empezó a surgir sangre.

Pero no era suficiente, el hombre intensificó sus gritos, ahora de terror totalmente... ¿Terrorífico? Supongo que sí, por muy redudante que pueda ser. Seguí clavándole con fuerza mis deportivas, cuyos clavos estaban manchados ya con sangre, en diferentes puntos del cuerpo: En el estómago, en los brazos,  en el pecho, en el cráneo... Finalmente, se calló. Pero no era suficiente. Sus ojos me miraban, aterrorizados. No podía soportar esa mirada. A parte, ya estaba muerto, y no había sido de utilidad, ya que no noté la destrucción del corazón. La decisión que tomé fue muy simple, y la llevé a cabo con rapidez. Empecé a clavarle los clavos en los ojos. Una, y otra, y otra, y otra vez. Era necesario, me miraba mal, y seguí clavando los pequeños objetos puntiagudos y sangrientos, ahora riéndome, ya que era extremadamente divertido. Sus ojos quedaron hechos un pequeño líquido blanco y rojizo, algo gelatinoso, que se precipitaba por la cara, dejando unas cuencas vacías en lo que debían ser los ojos. De las veces que clavé las deportivas en su barriga, se había hecho una brecha, dejando sus intestinos al aire libre, a la vista de cualquier humano y de cualquier animal.

Me sentía furioso, ya que en ningún momento pude notar la destrucción del corazón. Quizás debía seguir matando a gente hasta conseguir notar esa sensación, y sobrevivir para no experimentarla por mí mismo. Pero, ¿por quién empezar? ¿A quién matar? Necesito saber a quien matar, a quien asesinar para ver que sienten esas personas. Tengo una ligera idea de a quien matar...

"Empezamos fuerte ^^. Esta será la historia que sustituya a "Sin sentimientos". Quiero que todos los capítulos sean así de largos (al menos con la extensión a la que estoy acostumbrado), así que quizás tardo bastante tiempo en publicar los capítulos. Espero que os gusten mucho y nos vemos en otras historias."


La destrucción del corazónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora