La Copa América estaba siendo un sueño para Cristian.
Las circunstancias eran más que excéntricas —con cambios de sede, quilombos burocráticos, y una pandemia de por medio— pero eso no le sacaba las ganas que tenía adentro de comerse el mundo y ganar absolutamente todo. Era su primera convocatoria a una Copa América: había logrado destacarse como para que Scaloni lo llamara a la Mayor para las eliminatorias, y su performance había conseguido que su nombre estuviera entre muchos otros elegidos para disputar el torneo en Brasil. Sentía que cada momento era una oportunidad para hacerse ver, para demostrar lo que valía y lo que aportaba al equipo.
La concentración en el predio de la AFA le permitió eso, en cierta forma: los entrenamientos cerrados y la convivencia con todo el plantel aseguró que todos pudiesen destacarse, y otorgó la chance de que todos pudieran conocerse mejor, y hacerse conocer.
Algo así fue lo que pasó con Lisandro.
Se conocían de antes, de los tiempos de Cuti como pirata y con Licha jugando en Defensa y Justicia. Se habían cruzado en algún que otro partido por las fechas de la liga y las copas nacionales, y se llevaban bien: se seguían en Instagram, se comentaban las fotos, de vez en cuando se mandaban algún que otro meme, y mantenían una relación cordial y amigable, que, a decir verdad, a Cristian siempre le supo a poco.
Sentía que daba para mucho más.
Cuando Scaloni, tres días antes del inicio de la Copa y en el medio de una incertidumbre bárbara del público y también sus propios jugadores, soltó por fin la lista de convocados, informando también que la concentración sería en el predio nacional de Ezeiza, Cuti vio su oportunidad para, quizás, probar un poco de ese más. Parecía el destino, incluso: sus dos nombres aparecían uno al lado del otro, como si algún ser divino lo hubiese estado observando desde arriba y le dijese «por acá es».
Las reglas estrictamente prohibían compartir habitaciones en el predio, para prevenir contagios y bla bla bla, pero los jugadores hicieron caso omiso del pedido apenas pudieron. Llegaron, permitieron amablemente que les metan un hisopo por las fosas nasales (Cuti fue muy valiente y se tragó las arcadas), y, cuando les dieron el negativo a todos, decidieron que sería ridículo no aprovechar el tiempo para estar pegados 24/7, como un grupo de egresados en Bariloche, tal como Aimar los apodó con una sonrisa exasperada. Los días en la concentración se pasaban entre muchos, muchísimos termos de mate amargo, torneos de truco interminables y partidas de Play que terminaban en almohadazos, siestas a cualquier hora y pijamadas que no tenían fin. Cada uno tenía su valija, pero había ciertos personajes que ignoraban tal hecho y hacían del closet de sus amigos un vestidor colectivo, lo que significaba que a veces Cuti bajaba a desayunar y se encontraba a Rodrigo usando un jogging suyo de Belgrano, y al Papu con la alternativa de Argentina que decía ROMERO atrás como si nada.
Y a veces también bajaba para encontrarse a Lisandro usando un buzo suyo, de esos que guardaba al fondo de la valija y no prestaba a nadie, pero que misteriosamente terminaban abrazando al cuerpo del entrerriano que se sorbía su café con cara de sueño y que escondía una sonrisa detrás de su taza como diciendo me agarraste.
Lisandro y él tenían una relación especial. Cuti vio la oportunidad de acercarse durante la concentración, y no la desaprovechó en lo más mínimo. Con una sonrisa arriesgando entre tímida y canchera se acercó el primer día y le tendió un pañuelito a Licha, quien se lo agradeció con los ojos llorosos por el hisopado, y comenzaron a charlar como quien tiene tiempo de sobra. Así descubrió que Licha jamás había visitado Córdoba por fuera de los partidos que tenía que jugar, que su comida favorita era el locro que preparaba su abuela todos los 25 de mayo, que su estación favorita era el otoño y que la primavera le daba alergias, y que se sabía todas las canciones de Luis Miguel de memoria porque era el artista favorito de su mamá, y que así se había enterado de que le gustaban los hombres además de las mujeres.

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simplemente te vi
FanfictionObligados por las circunstancias a convivir con todo el plantel de la selección argentina durante la Copa América, Cuti y Licha descubren que hay más en su relación que una simple amistad. En el medio, pasan cosas. [comisión para mafaldaz en ao3]